Pleasure
DiscosFeist

Pleasure

6 / 10
Don Disturbios — 03-05-2017
Empresa — Interscope
Género — Pop

Existen varios aspectos a tener en cuenta a la hora de calibrar el nuevo trabajo de Feist. El primero resulta bastante obvio: la espera de más de un lustro –se dice rápido- desde el desigual, aunque con grandes destellos, “Metals” (2011), no ha jugado a favor de la propuesta de la canadiense. Las expectativas son grandes entre los que conectaron con la artista, sobre todo a raíz de “The Reminder” (2007), y el riesgo de no estar a la altura no es solo real, a mi se me antoja incluso insalvable. Y esto conecta con otro de los aspectos a tener en cuenta a la hora de hablar de este “Pleasure”. A medida que los artistas que mantuvieron el indie como algo corpóreo hace una década empiezan a rondar o incluso sobrepasar los cuarenta, se vuelven más introspectivos, menos dados a regalar al oyente una melodía contagiosa y resultona a la que agarrarse. Quizás por eso cada vez estamos más inundados de obras algo complacientes que no suman, no aportan, no enseñan un camino hacia el que dirigir la música de la próxima década. Estar a estas alturas comparando continuamente el trabajo de artistas como Feist u otras como Jeanne Added o Sharon Van Etten con la obra magna de PJ Harvey denota dos cosas. Lo enorme que es la huella que ha dejado la artista inglesa en el pasado, pero también en la presente década con discos sublimes como “Let England Shake” (2011); y lo obvio que resulta siempre utilizar los mismos referentes para que todos sepamos a qué atenernos. Pero es que no se me ocurre otro mejor para aclarar las cosas si nos referimos a canciones del presente álbum como “Century” cuyo crescendo final con la perorata de Jarvis Cocker es de los mejores momentos del disco junto a la maravillosa tonalidad y tonada de “A Man Is Not His Song”.

El resto a mi personalmente se me acaba atragantando bastante. Y más si me tengo que enfrentar a temas como “Baby Be Simple” con sus más de seis plañideros minutos inacabables. Y es que estamos en general ante un disco que abusa de la reiteración melódica y ofrece pocos destellos a los que asirse. Seguro que hay gente que lo disfruta en el corto plazo, pero apuesto que pronto caerá en el olvido por el abuso de esa luz mortecina en las formas (“I Wish I Didn’t Miss You”) y una tonalidad tristona que agota. Y es que ya sabemos que la que está cayendo es de aupa, pero ya toca empezar a divertirse y sacudirse el factor madurez de encima. Que a este paso vamos a forjar la sociedad de viejos más deprimidos de toda la historia.

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