La tradición no escrita de la música popular parece tener por norma que los grandes productores no pueden triunfar como músicos, y los casos de gente tan diversa y distante entre sí como Daniel Lanois, Ethan Johns o Jim O'Rourke, así lo confirman. Pero hay excepciones y uno de los más empeñados en que la crítica hable bien de él es Jonathan Wilson. Si ya su anterior disco “Gentle Spirit” recibía los parabienes de medio mundo, ahora con este “Fanfare”, que incide en los mismos parámetros que el anterior amplificándolos, lo va a encumbrar hasta lo más alto del folk rock americano con gotas de rock progresivo y grandes dosis de psicodelia setentera. Para entendernos abre con unos pianos que parecen sacados del “Cathedral” de Graham Nash, para acabar sonando, por momentos, como las viejas bandas de rock progresivo a lo Camel con la elegancia de Traffic. Sin embargo, lo novedoso con respecto a su anterior trabajo, es que este atesora mejores canciones, y no solo por estar mejor trazadas o elaboradas sino por tener un punto melódico de enganche más poderoso.
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