La maqueta plateada, aquella que se grabó con la ayuda de Javi Pez en 1991, dos años antes del lanzamiento de “Un soplo en el corazón”, se repartió en casete entre unos cuantos amigos y también en conciertos como el ofrecido en la madrileña sala Siroco, convirtiéndose con los años en objeto de culto y carne de coleccionistas. La demo empezó a aparecer luego en distintos blogs y páginas de internet (ahí están igualmente los dos cd’s en los que Pedro Otero -El Kastillo de Lágrimas- recopiló todo el material previo a la publicación del primer y único álbum de Family, incluyendo las canciones de La Insidia y El Joven Lagarto), mientras la esperanza de un hipotético regreso de Javier Aramburu e Iñaki Gametxogoikoetxea hace tiempo que se había desvanecido completamente. La maqueta, por tanto, es bien conocida por la mayor parte de quienes encontraron en “Un soplo en el corazón” uno de sus discos de cabecera -al margen de que es uno de los trabajos más influyentes en la historia del pop español de los últimos veinte años-.
No hay nada nuevo en esta recuperación que Elefant presenta ahora, salvo la remasterización de la nostalgia a cargo de Xavi Alarcón, puliendo el sonido de las cintas originales del multipistas Yamaha MT3X. Es exactamente lo que ya conocíamos, sólo que ahora adquiere un componente físico: se puede tocar. Paradójicamente, el sello presenta esta reedición en vinilo y descarga digital -siendo justos, lo suyo hubiese sido un lanzamiento en casete- dentro de la colección “Recuerdos Que Olvidé”, cuando lo cierto es que Family (maqueta plateada incluida) nunca han dejado de estar presentes; difícilmente encontraremos a un seguidor del grupo donostiarra que haya olvidado sus canciones, aferrándose a ese halo de misterio con que se perdieron mientras aguardábamos el sueño del astronauta.
No hay novedad, advertíamos antes, pero ya decían Astrud eso de que la nostalgia es un arma: “Casete” responde a la insobornable mitomanía del pop, pero también a la reivindicación del amateurismo (y, de manera indirecta, a los iniciales y decisivos pasos de Elefant). Sin filtros, a solas, en una versión íntima de sí mismos, permitiéndonos de nuevo viajar a los primeros 90, cuando descubrimos nombres como los de Cancer Moon, Penelope Trip o Corn Flakes, antes -mucho antes- de que el indie fuese objeto de controversia conceptual. Homenajes, ediciones limitadas y más homenajes se han sucedido en los últimos años con motivo del aniversario de turno (el décimo, el vigésimo… y los que vendrán), pero en todo momento han permanecido las canciones, como ahora.
Esta recuperada demo pone en primer plano un sonido que se acercaba al tecno-pop más de lo que lo haría luego en “Un Soplo En El Corazón”. Tomas ‘olvidadas’ que son, en su mayoría, más bailables (“Martín Se Ha Ido Para Siempre”, “Como Un Aviador” o “Carlos Baila”), mientras que las guitarras tienen menor protagonismo. El ritmo es distinto en “El Mapa” y también hay momentos de cierta aspereza, pero la magia ya estaba ahí. La nostalgia, por si alguien lo dudaba, funciona, e incluso se reserva momentos de sorpresa en el redescubrimiento de “El Buen Vigía”, que se muestra con un tono ágil y vibrante; y es entonces, y también al escuchar “Sentimental” o la planeadora versión del “Sígueme” de Vainica Doble, cuando se puede hacer una lectura distinta, empapados de verano al fin y contemplando desde la lejanía las escenas cuajadas de melancolía que forjaron una leyenda emocional que continúa viva.
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