Vuelve el trío de Barcelona The Lizards con un disco pandémico que no deja títere con cabeza. Nos explicamos. Las canciones fueron compuestas y grabadas durante la época de confinamiento y, aunque el proceso finalizó hace tiempo, en una buena estrategia comercial se han esperado a que el horizonte se allanara para ponerlo en circulación. Es ya su cuarto trabajo, momento más que suficiente para pedirle a una banda que juegue sus propias cartas y deje de sonar a… y eso es lo que hacen, como ya sucediera en su anterior trabajo “Inside Your Head” (19). Aunque eso no significa que estas canciones no estén llenas de referencias o que no se les puedan encontrar influencias. Hoy en día, a estas alturas de la película, eso es imposible casi en cualquier músico o banda. Pero ellas las aglutinan, le dan a la batidora y acaban sonando, simplemente a The Lizards.
Y luego está el tema de las letras. Podemos imaginar por dónde van los tiros. Mucho sentimiento a flor de piel. Mucha desnudez de alma y… la habitual mala leche. Si hay que soplarle a la dirección política de su ciudad en “Dead City” se le da, y si la torta la merece la chaladura que hemos vivido –aún estamos viviendo– pues ahí está el tema titular (¿hace falta explicarlo?) para denunciar lo que sea necesario. Rotundas y poderosas, muy hard rock para el público punk, y muy punk para el público hard rock, en sus propias palabras, The Lizards son una de esas bandas que o la compras o la dejas. Pero no admiten medias tintas. Nosotros hemos comprado hace tiempo. Y discos como “Fake Reality” no hacen sino reafirmarnos en nuestra decisión.
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