Tras la reedición de las dos obras magnas de la banda californiana, “The Real Thing” y “Angel Dust” llega el turno de los dos álbumes que continuaron el legado y cerraron la época dorada del grupo, antes que se volvieran a unir hace unos pocos años.
“King for a Day” llegaba tres años después de “Angel Dust”, y se planteaba como una nueva vuelta de tuerca al sonido y expectativas que la gente tenía depositadas en ellos. La gran diferencia es que “Angel Dust” les había encontrado en un estado de forma impecable, alienados del éxito masivo de “The Real Thing” pero todavía henchidos de inspiración. Por entonces las diferencias en la banda, sobretodo entre el guitarrista Jim Martin y el resto, ya empezaban a ser importantes, pero del choque de trenes y el encuentro de las diferentes sensibilidades y circunstancias que les rodeaban nació un álbum pleno de iluminación, su mejor disco y una de las piedras filosofales de los noventa. Sin embargo, los siguientes tres años no fueron igual de cruciales en la carrera de Faith No More. Los desencuentros con Martin se agravaron -inolvidable el concierto en el Zeleste barcelonés, en el que Patton se dedicó a reírse de él constantemente y tapar a base de chillidos los solos de guitarra- hasta el punto de expulsarlo de la banda. Ya consolidados como combo de referencia de los noventa, se embarcaron en una larga gira que combinaron abriendo para uno de los tours más destacados de la década, el que juntaba a los propios Faith No More con Guns N’Roses y Metallica.
Todo lo anterior tiene reflejo en “King for a Day”. Es un disco creado a partir de retales de los diferentes sonidos habitualmente asociados al grupo. Pero allí donde “Angel Dust” excelía en la fusión, “King for a Day” carece del mismo estado de forma y se digiere más como un disgregado de diferentes ingredientes que como una sugestiva combinación. Pese a ello, es un buen trabajo, que arrastra el peso de sus distinguidos predecesores. Temas como “Get Out”, “Ricochet”, “The Gentle Art of Making Enemies”, “Digging the Grave” o “What a Day” son inclusiones que se codean con lo mejor de la producción histórica de la banda. El nivel medio es notable y solo algunos cortes algo bochornosos (“Cuckoo for Caca”, “Caralho Voador”, “Ugly in the Morning”) deberían haberse desechado como descartes.
En la presente reedición se añade un segundo cd en el que además de una entrevista de la época y un par de tomas en directo, se incluyen todas caras B que se añadieron a los singles del disco, la gran mayoría de un nivel similar a lo contenido en el álbum original.
Si “King for a Day…” puede sostenerse con algunos argumentos sólidos dentro del resto de discografía del grupo, “Album of the Year” es mucho más difícil de defender. Llegaba dos años después, en 1997, una época en que la generación de bandas que había sustentado y dado calor a la fusión de géneros en la que Faith No More se sentía tan cómoda se hallaba en plena desbandada o inmersa en diferentes crisis de identidad. Red Hot Chili Peppers habían fracasado en su intento de sustituir John Frusciante por Dave Navarro y estaban a un paso de la separación, lejos todavía de su resurrección dos años después con “Californication”. Living Colour se habían separado un par de años antes. Rage Against The Machine habían perdido gran parte de su impacto inicial y los Fishbone, Urban Dance Squad, Dog Eat Dog, etc daban paso poco a poco a un género más musculoso y metalero, encarnado por Korn, Deftones, Disturbed o Limp Bizkit, bandas que liderarían la nueva generación.
Faith No More no fueron una excepción a la regla, y su último disco de estudio hasta su reaparición con “Sol Invictus” adolecía de su falta de sintonía con el nuevo contexto. Un nuevo cambio de guitarrista -Jon Hudson-, un título que se antoja como un guiño irónico más de los californianos y doce temas que solo en contadas ocasiones están a la altura. “Last Cup of Sorrow”, “Collision” o “Ashes to Ashes” (nada que ver con Bowie) rayan a buen nivel, pero poco más que eso. Es su disco con canciones más directas y con menos vericuetos, pero a la vez con menos inventiva. Faith No More en aquel momento habían dejado de interesar a la mayor parte de sus seguidores de principios de la década y ellos mismos parecen aquejar una sensación de agotamiento creativo. Una sensación que también se refleja en el segundo cd que acompaña la reedición, que tan solo cuenta con dos caras B de la época. Cuatro remixes y dos tomas en directo lo completan.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.