Con dos bemoles -damos fe de que los tiene- el británico Shackleton se pasa por el arco del triunfo material ajeno y para el mix, que acaba de seleccionar y facturar para el flamante “Fabric 55”, solo utiliza temas propios. Lo cierto es que este directo enlatado -aquí no hay lugar para trucos, está grabado en directo en la misma sala londinense- contiene un bizarro, proceloso y exuberante universo sonoro tan exquisito, dark y exótico a veces, como difícil de digerir siempre. El caso es que el actual dueño y señor de la emoción técnica más turbia y pesadillesca no engaña a nadie y expone, en carne viva, su enorme y avanzadísimo discurso musical parido con máquinas o lo que es lo mismo, la cuarta dimensión de lo que los más listos de la clase han venido a llamar dub-tech. El resultado final es, como en las grandes ocasiones, totalmente extremo: o te engancha al primer golpe de beat o va directamente al fondo del baúl de los recuerdos sonoros. En cualquier caso se trata de un disco apasionante, para los profanos sensibles con aspiraciones, y un live solo aseadito para los fieles adoradores del cadavérico artista. Por supuesto, absténgase adictos al zapatilleo indiscriminado. Ni por asomo esto es para vosotros, queridos.
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