Fenecida la marca Esan Ozenki, este “Ezarian” representa dos finales bien distintos. Por un lado, el de una discográfica desigual que nos ha legado grandes obras de muy diversa factura. Por el otro, el de nuestros prejuicios para con el post-hardcore facturado dentro de las fronteras peninsulares, o por lo menos con la plasmación de sus resultados. Y eso es algo del todo comprensible tras enfrentarse a un disco tan inquietante y amenazador como éste, a un trabajo tan emotivamente crudo en su torbellino de sensaciones, a un larga duración que, tras esos dos sugeridos finales, marca un principio, el de la madurez de un género que jamás había sonado tan arrebatador en manos cercanas, ni tan certero. Una sensación que el uso del euskera no hace sino subrayar con su sonoridad arisca y cortante. Y poco importa que entiendan los textos, porque lo que manda en “Ezarian” son los nudos en el estómago, la descarga de adrenalina, el sudor y el equilibrio entre la calma y la tormenta. Por eso Lisabö podrían batallar junto a Girls Against Boys y Slint, junto a Unsane y Rodan, junto a June Of 44 y Shellac sin bajar la mirada. Por fin.
Good points all around. Truly aprtpciaeed.