El destino es caprichoso y nunca sabes cuando el diablo puede llamar a tu puerta. Ocho discos llevan Portugal The Man intentando asomar su cabecita en el enmarañado mundo de los festivales indies y alternativos, Nueve largos años deseando poner en primer plano su amalgama de rock, psicodelia, funk, pop y altas dosis de épica setentera, para que llegue un rey Midas como Danger Mouse (Gnarls Barkley, Black Keys, Broken Bells) a poner un poco de orden en el batiburrillo de su propuesta, asearla, quitarle la querencia más hippie, revitalizarla y darle un buen barniz de modernidad. Una implicación total que va de la composición de los temas, a exhibir todos los trucos de producción posibles para hacer más accesible su propuesta. Si además sirve para reivindicarlos un poco, perfecto. Lo curioso es que los apegados al rock más clásico, recordaremos con cariño discos rotundos como “The Satanic Satanist” o “American Ghetto” y este nuevo álbum no nos sorprende como debiera. Quizás sirva para ponerlos en el mapa pop, pero desde luego no es el mejor de sus trabajos. Demasiada doma es lo que tiene, acaba con el instinto animal que había caracterizado a la banda hasta la fecha, aunque es cierto que en ocasiones parecían correr como pollo sin cabeza.
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