Después de un periodo de incertidumbre de ocho años, Nails vuelven al fin con su ansiado cuarto disco para suceder a la bomba atómica que fue “You Will Never Be One Of Us” (’16) siguiendo desde donde lo dejaron aquel 17 junio de 2016. Con “Every Bridge Burning”, Todd Jones (voz y guitarras) y sus nuevos compañeros Carlos Cruz (batería) de NecroSound y Warbringer, Andrew Solis (bajo) de Apparition y Despise You y Shelby Lermo (segundo guitarrista) de Thanatotherion, Human Corpse Abuse y Ulthar traen consigo un nuevo testimonio del poder inquebrantable de su violenta y rápida propuesta con diez canciones que no llegan a los dieciocho minutos.
Con la producción de nuevo a cargo de Kurt Ballou de Converge, “Every Bridge Burning” es el segundo LP de los californianos con el sello Nuclear Blast y reafirma la brutalidad a la que Nails ya nos tenía acostumbrados desde sus comienzos allá por 2007 con un grindcore que debe mucho al powerviolence, hardcore, punk y metal y que no deja espacio sin cubrir pero que, sin embargo, y debido al tiempo que ha pasado entre discos, se siente que se ha quedado un poco atrás, en parte también por la cantidad de música de este estilo lanzada y perfeccionada o llevada a otros terrenos durante todos estos años en los que Nails han estado ausentes.
“Imposing Will” ya trae a un primer plano las ráfagas de energía y odio vomitadas a toda velocidad por el insaciable Todd, que sigue estoico y con ganas de gresca abrazando una vez más ese nihilismo y odio al sistema y al ser humano que tanto le gusta. Temas como “Give Me The Painkiller”, que evoca por momentos a Motörhead, la más breve y espídica “Trapped”, la beligerante “Made Up In Your Mind” o la final e inconformista “No More Rivers To Cross”, que baja revoluciones y gana en densidad, hacen de este trabajo un gran ejemplo de conservación, pero que ya sabes por dónde va a tirar.
El gran sonido de la producción de “Every Bridge Burning”, ese odio y el desahogo que produce escucharlo junto al plus que tiene el grind de despachar todo en pocos minutos son motivos suficientes para dar las vueltas necesarias a esta obra -en la que es cierto que no vas a encontrar prácticamente nada memorable si ya conoces los esquemas y caminos de Nails- que sigue envenenando la sangre con notable eficacia.
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