Recopilatorio suena caduco per se, pues recuerda a la vieja guardia discográfica, a Rocío Durcal en primera línea de FNAC o, peor, a estación de servicio vacía. En general se ve más como una jugarreta de ‘major’ que como una apuesta de banda. Es por eso que Delafé y las Flores Azules tenían claro que un ‘algo’ por los diez años no era suficiente excusa. “Ok, sacamos los hits pero también material inédito”, se dijeron. Y aplaudo. El resultado es compensado pues, pese a alguna concesión en “Singles” -“La primavera” o “1984” han entrado aún trayéndoles más penas que alegrías-, la parte de “Rarezas” esconde síntomas de lo mejor -y lo peor- de la banda ahora mismo: versatilidad –pop inapelable como en “El espíritu loco del teniente bailaora”-, ingenio, torrente de ideas, que evidencia una esquizofrenia estilística que llama a una próxima entrega más unitaria. Remar para que la variedad no se convierta en impersonalidad.
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