Tras más de dos décadas de carrera, Eskorzo han alcanzado la plenitud. La banda granadina de rock mestizo supera en "Alerta caníbal" los logros de cimas anteriores, como el psicodélico "Paraísos artificiales" en 2009 o "El camino de fuego" en 2014 (disco, este último, en el que abrieron la veda de la cumbia de la mano del titán mexicano Celso Piña), sin olvidar su atrevida incursión en el afrobeat. El septeto liderado por Tony Moreno es purista a la hora de buscar la raíz, pero no para utilizarla. Así que el abanico se antoja amplio. El combo se sumerge aquí de lleno en sonoridades latinas y en esa dualidad encantadora: letras tristes en música vitalista. Un danzón eléctrico, aupado por unos metales bárbaros que juegan en la delantera.
El arranque con "Cumbia caníbal" pone las intenciones sobre el tapete, dos palabras que definen el álbum. Lo del canibalismo deviene en mensaje apocalíptico: las relaciones humanas resultan antropófagas. Escuchen "Herida abierta" o "Cicatriz", una rumba en la que la voz de Tony suena íntima y emocionante; la juguetona "Llena hiena", otra pieza canalla sobre el asunto de los depredadores, que engarza tanto con el "Tequila" de The Champs como con la ruta fronteriza de Juan Perro; los coros contagiosos de "Zona caliente", incitación imperativa a la fiesta bajo tormenta caribeña de ritmos, o el vallenato de Los besos que me dabas, la cara más salsera del grupo.
También se cuelan invitados de altura, como subrayan la vivina intervención de Amparo Sánchez en "La tumba", single que recoge la ritualidad fúnebre del suelo azteca y la cubamanía de guitarristas como Ry Cooder o Marc Ribot, o el sabor rumbero que Canijo de Jerez aporta a "Despiadado corazón", que evoca a unos Veneno coloristas.
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