A veces los que escribimos sobre música somos un poco vagos y tiramos de comparaciones resabiadas para definir cómo suena cual o tal grupo. En el caso de Espanto, y con motivo de su excelente primer disco, “Ísimos”, lo fácil fue referirse a Le Mans y Vainica Doble para definir una propuesta que ya en ese momento era lo suficientemente inspirada y personal como para ser encuadrada solo dentro de esos dos referentes. Pues bien, “Érrimos” confirma lo dicho antes, y presenta a Espanto como uno de los grupos de pop más inquietos e intrépidos de nuestra piel de toro. Y es que solo hace falta escuchar las primeras notas de “Las voces”, con ese vocoder juguetón muy a la Electric Light Orchestra, o la excelente y sardónica “Chicos del siglo XX”, para comprobar que el dúo con base en Logroño formado por Teresa y Luis va por libre. Con el apoyo fiel de ese sello milagro que es Birra y Perdiz, uno de los últimos reductos del underground verdadero de este país de pandereta, Espanto es una bendita anomalía que solo puede ser comparada con ella misma, o, si me apuran, con otros sonados perros verdes como Prisma En Llamas o Los Ginkas.
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