Ha pasado apenas un año desde la edición de su homónimo álbum de debut, una torrencial colección de canciones en la que mostraban sus intenciones: pop enrevesado en callejones oscuros, refinado y retorcido a partes iguales como los modales de un psicópata de novela. Tiene cierta lógica que un grupo en el que participaran Simon Tong (The Verve, Blur y The Good, The Bad & The Queen) y David Nock, colaborador de The Orb y The Cult y miembro de los Firemen de Paul McCartney, busque un sonido alejado del común denominador inglés. Al frente del proyecto, Gawain Erland Cooper, capaz de cantar sobre la más honda desesperación con cierto aire burlón y fantasmagórico. Obsesionados con lo macabro -la foto de portada documenta un supuesto caso de Poltergeist ocurrido en el norte de Londres a finales de los setenta- Erland & The Carnival son tanto un experimento en torno al folk británico y la novela gótica, como un grupo de pop con un encanto fuera de lo común, capaces de atraerte hacia una zona oscura en la que, lejos de formulismos, cada segundo es una sorpresa.
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