Still

Existe una especie de regla no escrita que dice que de las relaciones complicadas, pasionales, desastrosas, enrevesadas, salen discos excepcionales. Y el tercer disco de Erika de Casier, “Still”, no es una excepción. Pero, a diferencia de sus dos primeros álbumes, esta vez sus dudas, contradicciones y sensualidad no se están retorciendo en la intimidad de su cama, de su habitación, sino más bien en una fiesta que ella misma parece trasladar a un recuerdo actualizado de 1999.

“It's gonna be a lot of fun. Welcome to my party”. Así abre los catorce cortes que la catapultan como una nueva estrella del pop. Aunque mantiene la hipnótica delicadeza de su voz, nos encontramos con una producción dura que nos acerca al universo de grandes del r&b y el hip hop dance como TLC, Mary J Blige o incluso a la picardía de los temas de Pussycat Dolls que estaban en la rotación incesante de la MTV de finales de los noventa y principios de los dos mil, sin abandonar toda su riqueza de detalles y texturas.

Su más claro ejemplo es “ooh”, en el que parece que en cualquier momento va a aparecer una coreografía inmaculada con pantalones anchos bajos y vientres fibrados. Pero cuando mira al pasado, también lo reinventa. Su tema de presentación, “Lucky”, que contiene un cuidado y brillante uk garage, parece algo que PinkPanteress desearía haber hecho. O bien en “Home Alone”, con su marcada caja de ritmos y lo que parecen gotas de agua cayendo mientras ella repite “sexy, sexy, sexy”, podría encajar dentro de todo lo que no logró “La Joia” de Bad Gyal. Y aunque el disco juega entre energéticos claroscuros de la sensualidad y la duda, también hay tiempo para su propia versión de las baladas como “Anxious” o “Twice”, con unas baterías más jazzy. En esta última cuenta con la presencia de Blood Orange, pero no es el único. También encontramos colaboraciones de They Hate Change aportando la firma rap, y a Shygirl quien acaba de subir la temperatura a un disco que arde por sí solo.