Partiendo de una serie de grabaciones sonoras que el fallecido John Waterman dejó incompletas tras su muerte en el año 2002 por cáncer, el encargo a estos cuatro pesos pesados de la experimentación para manipular ese material y rendir un sentido homenaje al artista visual-sonoro queda más que justificada.
Y es que la simbiosis entre las grabaciones de campo de uno y las transformaciones de los otros no podía resultar mejor. Cuatro soberbias composiciones de ambientes neblinosos de Asmus Tietchens, las atmósferas inquietantes de RLW (Ralf Wehowsky + Reto Mäder), un Merzbow mostrándose sorprendentemente comedido e irreconocible o los sonidos microscópicos de Freiband (Frans de Waard, de los holandeses Goem) acaban siendo buenas excusas para difuminar las diversas grabaciones de base en meros (y magníficos) temas ambientales. Aunque para nada, cabe decir, comparables con la pieza inédita que aparece del mismo Waterman. Auténtico oro en paño sonoro, una sinfonía concreta capaz de asombrar por su pureza, fuerza y simplicidad.
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