Todo fue fugaz y convulso en los ocho años de vida de Orange Juice, pioneros en el arte de inyectar alma negroide a sus canciones de indie-pop canónico. Curiosamente fueron sus primeros años, los de los singles en Postcard, cuando la formación se desarrolló con mayor estabilidad, un periodo que se extendería hasta la grabación de su primer álbum “You Can't Hide Your Love Forever”, momento en el que James Kirk, que había llevado el peso de la composición junto a Edwyn Collins, abandona el grupo. Su huída y la incorporación de Malcolm Ross (ex Joseph K) y el batería de Zimbabue Zeke Manyika da en su álbum más irregular, con el éxito que le daba título (“Rip It Up”) y también digresiones que coqueteaban con el africanismo. Precisamente la dupla Manyika y Collins afronta el mini-álbum “Texas Fever” y el tercer y último disco, el homónimo “The Orange Juice”, aquel en el que Collins suena más convencido que nunca, vocalmente y también en cuanto al discurso musical, preparado para una inminente carrera en solitario.
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