The Fallen Crimson

Un disco nuevo de Envy supone siempre una buena noticia, y más cuando, casi veinte años después de su primer trabajo, la fórmula no sólo no muestra signos de agotamiento, sino que nos muestra a la banda en un estado de forma envidiable.

“The Fallen Crimson” es un álbum tan completo que sirve perfectamente a un doble propósito: como introducción perfecta al universo sonoro de Envy para quienes no se hayan acercado todavía a ellos, y como regalo para todos aquellos que ya estén familiarizados con una forma de entender la música que, si bien hoy en día podemos ver reflejada en multitud de estilos y bandas hasta el punto de convertirse en muchos casos en un auténtico cliché, es directamente deudora de Tetsuya Fukagawa y los suyos. Tormenta y calma, después tormenta otra vez y vuelta a empezar. Es precisamente la mezcla de gritos y partes susurradas o habladas del incombustible Fukagawa a las voces uno de los pilares fundamentales del sonido de Envy, que se ve reflejado en lo instrumental con una fusión de riffs machacones y baterías aceleradas con atmósferas post rock y continuos escapismos melódicos, en una suerte de juego entre opuestos que con los años se ha convertido en una fórmula por momentos predecible pero que los japoneses manejan con una soltura y maestría tan características que en ningún momento cae en la irrelevancia o el aburrimiento. Envy no cambian ni una sola coma del guión que llevan defendiendo desde hace más de veinte años, y ni falta que les hace: son prácticamente los inventores de un estilo en el que pocas bandas les hacen sombra.

En este disco están presentes todos los elementos que han hecho de Envy una banda de culto a lo largo de una carrera plagada de aciertos, en los que la banda no ha hecho más que afianzar su estatus de formación imprescindible y seminal. A lo largo de los cincuenta minutos que dura “The Fallen Crimson” nos encontramos con su característica mezcla de oscuridad e intensidad, marca de la casa, a base de atmósferas de texturas post rock, pesadez metalera, spoken word, desarrollos instrumentales obsesivos, mathrock y un poso hardcore del que Envy nunca se alejan demasiado. Hoy en día utilizamos etiquetas como darkgaze o screamo para describir algo a lo que Envy llevan dedicados desde hace dos décadas. Nadie como ellos se mueven con tanta soltura en el pantanoso terreno que fusiona el black metal y el hardcore con los paisajes instrumentales más etéreos, propios del post rock o el shoegaze. Sin Envy no existirían Deafheaven ni Liturgy, para que nos entendamos, y en una misma canción de Envy podemos rastrear la influencia de Godspeed! You Black Emperor, Mogwai o incluso Neurosis por momentos.