Aquella aventurera travesía por el desierto que significó su paso más psicotrópico, el “Duat EP” de hace dos años, llega a un ansiado y nuevo horizonte: un segundo largo con el que, a pesar de no dar la espalda a aquellos inquietantes espejismos, Israel Marco y Daniel Domínguez divisan el infinito abriendo de nuevo el visor a la luz para volver a captar la luminosidad que ya tenía su debut, aunque entonces fuera una luz más artificial, más nórdica, como patentada en Suecia, y no lo digo sólo por su canción "Summertime In Sweden". Coincidente también es que hace ya un tiempo que han pasado a ser un trío con el sueco Henrik Agren del grupo Riverbranch. Ahora Cuchillo vuelven a deambular bajo un sol de verano y se vuelven a abrir a la mediterraneidad que ya tenía “Duat”, pero si entonces estaban ya entre "Sombra y mar" ahora más que nunca, con los pies en remojo en la orilla del mar, nos exponen de cara a los rayos de sol y a la brisa marina en "Siempre", en el instrumental velvetiano "Interludio en sol", nostálgico, pero esperanzador; en la siesta en estío que es "Navega" o en la evocadora "Sant Pol de Mar (En la arena)" con su revés "(En las rocas)". Quien allí se ha bañado puede intuir los poderes de regeneración de piel que tiene el mar. Atardeceres solitarios en una calita, que bien podría ser este rincón del Maresme, divisando un horizonte de calina y libertad. Esto es “Encanto”. Y sí, sigue habiendo ese mismo encanto, ese mismo hechizo infinito, único en Cuchillo, si bien sus pasajes arenosos ahora ya no son tan áridos sino mucho más marítimo-terrestres, más autóctonos, incluso en la desprotegida y nocturna "La hierba". En este viaje se han quedado tan cerca de casa, de Barcelona, que hasta incluso en "Algo mejor" más que al pop de la Costa Oeste suenan a canción de los setenta de la Costa Brava.
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