Some Gift

Enablers siguen a lo suyo casi dos décadas después de su irrupción en escena, facturando un tipo de post-punk específico, de aspecto realista en extremo, rugoso y aderezado con un generoso número de aristas que sacuden verticalmente al oyente, tras levantar extraños pasajes, asfixiantes o delicados según el momento, pero siempre hipnóticos. Pete Simonelli y compañía proponen un tipo fango en el que dejarse hundir, mientras se disfruta de las consecuencias derivadas de la propia manzana mordida.

Es lo que sucede con ‘Some Gift’, que presenta una estampa desoladora, por momentos casi apocalíptica, en base a nueve escenas que se interrelacionan entre sí para conformar el argumento global del álbum. Unas preferencias que encajan en el actual apogeo del revival post-punk (acontecido sobre todo en Reino Unido gracias a bandas como Yard Act, Fountains D.C., Idles, Shame o Porridge Radio), pero que en el caso de los de San Francisco se aleja diametralmente de cualquier melodía pegadiza o estribillo disimulado para, a cambio, completarse con trazos de hardcore, post-rock y spoken word.

Una honestidad palpable en las propias canciones, manifestadas en forma de bofetada sonora digerida aceptada hasta la sumisión definitiva. Sucede con destacadas que van desde la falsa calma de “Even Its Lies” abriendo el elepé a esa “Cha Cha Cha” que es lo más parecido a un single al uso incluido en el lote, pasando por “Broke” o una “And Other Oddities Of The Brain” en la que se intuye, de fondo, a Bill Callahan. Enablers vuelven a tirar, a lo largo de todas ellas, de inspiradores como Swans, Codeine, Slint, Nick Cave (y sus The Birthday Party), Liars, Suicide o incluso Pixies para, incorruptibles en su propuesta, cincelar la referencia.

‘Some Gift’ es otro disco sólido del combo californiano, que se suma a títulos previos como ‘End Note’ (Neurot, 04), ‘Tundra’ (Exile On Mainstream, 09), ‘Blown Realms & Stalled Explosions’ (Exile On Mainstream, 11) o ‘Zones’ (Broken Clover, 20). Un nuevo acierto en el casillero de un grupo que, tras asumir con renovada intensidad sus parámetros habituales, repercute un conjunto de opresivas composiciones capaces de delimitar un camino tan incómodo con en realidad intrigante y difícil de ignorar.