Si Laura Gibson consigue algún día el reconocimiento público que merece, pondrá la misma cara de asombro que en la portada de “Empire Builder”. Incomprensiblemente su nombre nunca aparece cuando hablamos de las grandes cantautoras pop de la actualidad. Y no será porque no haga discos que destaquen. En su caso quizás ese sea el problema, sus álbumes son demasiados buenos, demasiado redondos. Si al principio de su carrera apuntaba más al folk -“Beasts Of Season” era un ejemplo-, y en “La grande” nos encontrábamos a una artista más profunda, en “Empire Builder” cuaja un disco de pop perfecto.
Gibson tiene un tono de voz delicado, casi hipnótico, y sus canciones son tan melancólicas como llenas de esperanza, en un equilibrio perfecto. Y si en “La grande” destacaba por la presencia de arreglos, aquí también los hay, aunque en esta ocasión apuesta más por lo sencillo que por lo barroco. “The Cause” y ese sabor a pop vintage de los sesenta abre la caja de los truenos, “Damn Sure” tiene un hondo calado espiritual, mientras que “Not Harmless” recuerda a Feist. “The Search For Dark Lake” es una vuelta a esos parámetros más oscuros ya explorados anteriormente y en “Caldera, Oregon” el recuerdo a sus orígenes y a una cantera de músicos locales no tan publicitada pero inspiradora. Diría que ya ha llegado el momento de hablar de Laura Gibson a todas horas.
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