Sexto disco de la banda nómada tuareg que cumple treinta y cinco años de su formación, aunque en esta ocasión no hayan grabado en África. A causa de las milicias islamistas al norte de Malí, cambiaron el desierto del Sahara por el de Joshua Tree en California. Tras “Tassili”, la aventura acústica que les dio un Grammy, vuelven a la electricidad y de nuevo con colaboraciones vip. Josh Klinghoffer (Red Hot Chili Peppers), Matt Sweeney (Chavez, Zwan) y el multiinstrumentista Fats Kaplin meten guitarras o violín, pero sin alterar el sonido hipnótico y absorbente de Tinariwen. Djembe y calebash, bajo y guitarras, y esos cantes de llamada-respuesta con letras que cantan a la desilusión: “una paz impuesta por la fuerza está condenada al fracaso”, pero también a la belleza de su hábitat. Precioso blues del desierto, serpenteante, intenso, a veces oscuro o cercano al trance, que se convierte en un arma para denunciar su situación.
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