Leo en la introducción a una entrevista con Fields, relacionada con la publicación de este nuevo disco, la frase “cualquier oportunidad de deleitarse con la voz de Fields es buena”, y me parece que es la mejor definición que puede hacérsele a este disco. Porque si bien no hay nada que vaya a sorprendernos respecto a sus discos anteriores, el de North Carolina, que vive este revival soul como un inicio de carrera prácticamente (recordemos que solo publicó un disco antes de 2002), vuelve a ser capaz de erizar nuestra piel con esa síntesis del espíritu de James Brown, Otis Redding y Bobby Womack. La banda suena, como no puede ser de otra manera, tan fiable y exquisita como siempre, y la guinda de incluir una versión del “Magnolia” de JJ Cale no es más que la muestra del buen gusto con que este veterano soulman está dando forma a una tan tardía como espléndida carrera.
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