La fiesta que me prometiste
DiscosEmilia, Pardo Y Bazán

La fiesta que me prometiste

8 / 10
David Pérez — 08-04-2024
Empresa — Lunar Discos
Género — Pop

Sergio Sanguino, Paula García, Ada Martínez y Pepe Sánchez, tras regalarnos El mal de la juventud (21), la radiante carta de presentación de Emilia Pardo y Bazán, reaparecen para afianzar su fórmula con este segundo asalto, “La fiesta que me prometiste” (24), diez nuevas piezas en las que conservan esa efervescencia adictiva y veneno del bueno con el que nos conquistaron en su debut. Poética de lo cotidiano que nos refleja en espejos rotos comunes, letras costumbristas cargadas de ironía y espinas que sanan y abren heridas a cada escucha. Todo agitado en un cóctel sonoro que es pura combustión instantánea.

“La fiesta que me prometiste” sigue la estela de melancolía resplandeciente de su predecesor, energía que no se rinde y empuja a ponernos en pie, caída tras caída, masticando penas y resacas, pero siempre despegando hacia delante, una y otra vez. De la inicial “Electrodomésticos” (una de mis preferidas del lote), con esa ausencia omnipresente que nos persigue allá donde vayamos, bajo una orgía sonora de guitarras y sintes que hace imposible no pulsar el repeat y caer en bucle continuo; a la siguiente dosis doliente de latidos y silencios en la atmosférica, resplandeciente y sentida “Nube Kinton”, otra historia interminable que, tras finalizar, comienza de nuevo.

La euforia y bola de espejos acelera con ese amor de clase media en “30 metros” primero, recordándonos que la felicidad no necesita grandes espacios y lujos para aparecer, si el querer se sostiene mutuamente con las mismas ganas; y después con “Preocúpate mañana”, un aguantar el naufragio de la rutina y las derrotas, hasta llegar a la orilla pasajera del viernes y celebrar todo y nada… Con un estribillo y cadencia envolvente que hará bailar hasta a los muertos. Además, una versión futura en italiano se acerca peligrosamente, que hará sonreír y mover la cadera hasta a nuestro añorado Battiato, allí donde esté.

Dejamos la Cara A con la magnética intensidad “De rodillas” (aroma al Nacho Vegas más afilado), con trozos de corazón mal encajados y pegamento entre los dedos tras una nueva ruptura. Versos que crean imágenes que se nos quedan clavadas en la mente, como “el ciervo de ojos tristes que hay colgado en tu pared”. Otro de los fuertes de la banda, letras visualmente muy potentes, cargadas de ironía cortante que rebaja la tragedia.

“No merece la pena” nos explota en la cara y dispara de nuevo al lado izquierdo del pecho, enérgica y guitarrera, con otro buen puñado de frases/imágenes que se quedan pegadas como salitre a la piel, por ejemplo: “El pasado es un puñal que atraviesa tu garganta y no sabes como sacar…”, o la que contiene el título, que sirve como estribillo: “No merece la pena que me vuelvas a besar, ya hay bastante gente triste en este bar”.

En la recta final recordamos ese verano sureño que reflota en la memoria cuando menos te lo esperas (“Me derretía”), lo que fue y pudo haber sido; fundiendo con la cicatriz de la coreable derrota sentimental de “Qatar 2022”, pasando por la interminable carretera despechada, guitarra fronteriza incluida, de “Esos mensajes”, con un fingido “lo nuestro me da igual” que nunca se borra del horizonte… Y como fin de fiesta la balacera pasional de “No es que no quiera despertar”, una ensoñación de fuego cargada de ruidismo y distorsiones que nos centrifugan por dentro. “No sé que voy a hacer con estas ganas de todo… todo contigo”. Emilia Pardo y Bazán, de nuevo fundiendo la primavera con el verano infinito.

 

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