El mal de la juventud
DiscosEmilia, Pardo Y Bazán

El mal de la juventud

8 / 10
David Pérez — 20-07-2021
Empresa — Lunar Discos
Género — indie español

“El mal de la juventud” comienza a girar como un canto rodante cargado de energía que va cogiendo cada vez más y más velocidad. No solo te pasará por encima sin que te des cuenta, sino que, tras la primera escucha, te quedarás en medio del camino esperando que te impacte de nuevo. Diez pistas que dibujan una estela brillante y pegajosa, reabriendo alguna que otra herida y desatando al mismo tiempo una refrescante, corrosiva y sanadora brisa que no querrás dejar escapar. Un ramillete de hits explosivos, cargados de aromas y recuerdos que susurran, rugen y muerden, canciones que arden y despiertan los ecos de un verano que se fue, pero que siempre vuelve y nos arrastra mar adentro.

Del morfínico y magnético mantra electrónico de “Ladrones de cuerpos”, que deja un rastro de latidos con cuenta atrás y sentimientos que se evaporan a su paso (bajo un ala Nacho Vegas y en la otra Joe Crepúsculo), a la distorsión a quemarropa de “La Inmaculada Concepción”, un torbellino de luminosa rabia que se resquebraja por otra historia de amor que se desangró sin que pudiéramos remediarlo.

Sergio Sanguino, Paula García, Ada Martínez y Pepe Sánchez, de Talavera de la Reina al espacio exterior. Después de ir minando los dos últimos años con sencillos que ardían por combustión instantánea, los reagrupan y añaden más madera a este fantástico “El mal de la juventud”. Álbum que ve la luz justo cuando se cumple el centenario de la muerte de la polifacética escritora gallega a la que le dedican su nombre, Emilia Pardo y Bazán.

Letras de altos quilates cargadas de ironía, costumbrismo y cicatrices personales, con un extra de melodías afiladas que se cuelan en el subconsciente como un cuchillo en la mantequilla. Pop cargado de melancolía resplandeciente y pegada punk. Un cóctel molotov con sello propio donde resuena de algún modo la metralla que va de Vegas a Fernando Alfaro, pasando por Los Planetas, La Costa Brava, Los Punsetes o Pixies.

En “Madriz Central” Sanguino sigue demostrando su maestría para hacer malabares con los versos y firma otra de esas piezas marca de la casa, mezclando la inoperancia de nuestros políticos, las relaciones tóxicas y lo difícil que es aparcar en Madrid… Himno instantáneo. “Lo nuestro duró menos que Madrid Central, pero fue suficiente para darme cuenta de que cerca de tu casa se aparca fatal, que lejos de tu cuarto todo es una mierda…”.

La balacera sónica y generacional de dolce far niente en vena continúa con temas como “No logo” (“Out In The street” en el corazón), la rabiosa y adictiva “Ciudad de vacaciones” (con mimbres parecidos subieron como la espuma Carolina Durante, que conste en acta) o la espléndida “Ana y Oto”, amantes polares atrapados en un círculo vicioso de fuego inextinguible. Las desventuras en primera persona, el dulce veneno sin antídoto del amor y desamor corre a sus anchas por cada surco, sin perder nunca la temperatura social y su mordida comprometida, como en “12 de octubre”, con su épica militar entre tambores y corazones rotos. “Míralos pasar con sus banderas otra vez, vencedores de la transición… Pero no lo ves, ¡tú qué vas a ver! Piensas que esto es algo entre tú y yo”.

Los omnipresentes coros femeninos cobran fuerza y luminosa oscuridad en “El paso honroso”, con Paula y Sergio rezumando sensualidad bajo un enjambre de guitarras, para seguir luego con el juego de voces en los aires tropicales de “La herida”, recuerdo imborrable de un dolor que no se apaga del todo. El viaje está a punto de concluir, nos montamos en el último vagón y “El mal de la juventud” nos eriza la piel y hace un nudo en el estómago con cuatro minutos de intensidad sublime y sentimientos a tumba abierta, crescendo antológico incluido. Dos trenes que se acercan a toda velocidad frente a frente y no pueden hacer nada ya para evitar el choque final de los finales. Lean a Emilia y no dejen de escuchar este sobresaliente debut discográfico.

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