Elsa Carvajal, con su proyecto unipersonal Elsa y Elmar, es una artista colombiana que, como buena peonza artística repleta de vitalidad, ya lleva unas cuantas vueltas en la inhóspita industria de la música. Lo intentó primero en San Francisco, pero era obvio que Estados Unidos iba a ser un país muy complicado para destacar con una propuesta articulada en castellano. Por eso decidió mudarse a Ciudad de México, donde lleva ocho años de pico y pala que le están dando ya muy buenos resultados. Y todo gracias a su pizpireto pop de autor que no renuncia a ser popular, y que sabe articular muy bien una buena y pegajosa melodía, con todas esas influencias latinoamericanas que tan bien sabe tamizar y llevar a un leguaje tan propio como diverso.
‘Palacio’ es su cuarto largo y es un ejemplo meridiano de lo bien que se sabe mover Elsa en diferentes registros, pero sin desviarse del rumbo de lo que es y significa componer una canción. Estribillos contagiosos, una voz dulce a la par que poderosa y una lírica que, partiendo desde el yo, sabe conectar con su joven público sin renunciar a decir cosas que pueden incomodar a las mentes más conservadoras. Ella misma ha definido su música, medio en serio, medio en broma, como pop espiritual. Y algo de eso hay si analizamos sus letras y vemos la enorme carga emocional que acumulan. Una pasión que se erige como hecho diferencial y que tiene la capacidad de conectar con el oyente. Sin duda la principal de las bazas de su música.
‘Palacio’ es un álbum que hace referencia a nuestra experiencia vital. A todo lo que acumulamos y que nos articula como personas. Ese palacio interior que nos conforma y va creciendo cada día que pasa y en el que cabe esa persona que nos ama y a la que amamos. Porque es obvio que Elsa no renuncia a ese fuerte componente romántico que a tantos temas ha inspirado e inspirará en el futuro. Un motor creativo que ha dado como resultado canciones más que resultonas como la propia ‘palacio<3’, ‘Drogada de emociones’ o “Ké mal”. Pop dulzón, en definitiva, que no se olvida de la balada desgarradora (“Querer así”, “Policarpa”), el medio tiempo pasional (“A ella”), la desnudez folk de voz y guitarra (“Gigante”) o la reivindicación de la feminidad en “entre las piernas”. Canción que por sí sola ya debería situar la lupa de medio mundo en la propuesta de la colombiana, y que se une a otros hits anteriores de la artista, que acumulan millones de escuchas, como “Grecia” u “Ojos Noche”. Temas que demuestran la capacidad de la artista para dar con la tecla a la hora de componer un hit sin perder su esencia diferencial como autora.
Elsa y Elmar ha acabado por demostrar que, más allá del mainstream, otro pop almibarado es posible, aunque, al igual que Julieta, Venegas, Carla Morrison, Ximena Sariñana o nuestra Amaia, no haya que renunciar al elemento pasional que alumbra todas las relaciones humanas. El eterno tema del amor/desamor que tantas veces nos ha sacudido y que nos conecta a todos y todas de forma universal.
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