El senyal que esperaves

Supervivientes con sonrisa de orgullo y no de burla, y la cabeza alta pero sin mirar por encima del hombro. Tal como explicaban en su web, Els Amics de les Arts se han ido superando pese a circunstancias adversas: irrumpieron en 2009 entre crisis y recortes y ni el aumento del IVA cultural u otras coyunturas políticas condicionaron su creatividad o mermaron su existencia. La cancelaciones de conciertos unida al retraso del lanzamiento tampoco les han hecho perder su esperanza sino que están convencidos que saldrán adelante porque saben que el público estará ahí.

Sobran razones para mantener la fidelidad, desde la inaugural y festiva “No vam saber tornar” con el piano dignificando “un récord del mundo en absurdidades”. Una década de trayectoria les ha convertido en amigos de la artesanía, orfebres de melodías conmovedoras y también en agradecidos deudores: ahí está el guiño a “Wa yeah” de Antònia Font al final de “Semblava que fossis tu”, con un mensaje que tiene reminiscencias del “Bad cover version” de Pulp.

En otra división, una celestial, juega “Als abismes” con una profundidad que cala en los huesos hasta la metástasis crónica. “De tan inmensa que nos han hecho la jaula nadie puede decir que no esté dentro. Ya está bien que alguien cante al horizonte pero quién de vosotros cantará a los abismos”. Una de las mejores piezas que se han hecho en el panorama catalán en los últimos años y que probablemente interpele a políticos que prometieron defender algo que no cumplen o que sólo cuentan la parte idílica de la revolución sin mencionar sus espinas.

El tema funky del single “El meu cos” conecta con “La revolución sexual” de La Casa Azul y puede antojarse algo frívola aunque en ningún caso desdibuja sino que oxigena el paisaje, que atardece con una “Mentrestant” sostenida prácticamente a cappella en el primer minuto. Muy atrás quedaron las comparaciones con Manel (¿rivalidad inventada por algún medio o interés?) y muy vigente un cancionero maduro que alimenta y se resiste a caer del árbol pese a las frecuentes sacudidas externas.