Eleanor montó The Fiery Furnaces con su hermano Matthew en el año 2000, y durante toda la pasada década fueron dando sistemáticamente en la diana hasta que decidieron dividir sus caminos en 2011. Ese mismo año ella debutó en solitario con “My Mistakes”, una declaración de intenciones que vino a decir que a partir de ese momento, se lo montaría ella solita para bien y para mal. Eso se tradujo en discos menos recargados, más al estilo de los cantautores clásicos de los 70, con producciones provistas de un halo mucho más sutil, más centradas en la redondez de las canciones que en su capacidad de sorprender con giros inesperados.
En 2013, “Personal Record” se adentró en terrenos más eminentemente pop, pero guardando un similar espíritu urbanita a su predecesor. Y he ahí la gran diferencia de este “Niew View”, un disco rural y campestre, de paseos nocturnos por el campo y no por las asfixiantes calles de Nueva York. Eso no quiere decir que sea necesariamente más folkie, de hecho el single “Sweetest Girl” tiene un furibundo puente rockero, y “Because I asked you” despliega un soul académico en el que parece que va a meter baza Eli Paperboy en cualquier momento.
Es un disco que habla de emociones anuladas en la ciudad, un disco tranquilo, de cadencias para andar sin correr. Por eso todo encaja al saber que Eleanor lo escribió durante una temporada en la que se mudó de Brooklyn para ir al campo, al norte del Estado de Nueva York. Está a punto de cumplir los 40, y un cambio de aires se le debió antojar necesario para reubicar ciertos aspectos de su filosofía vital. Suena más cariñosa, con ganas de sacarte de tu encierro y animarte a dar un paseo. Sólo un puto paseo.
En lo estrictamente instrumental, uno de los aspectos más destacables son los teclados (¡qué Wurlitzers!), absolutamente deliciosos y haciendo entradas y salidas en las canciones como si de estrellas invitadas se tratasen. Entre los mejores cortes, el genial folk espacial de “Cathy with the curly hair” y “Two versions of tomorrow”, el paraíso de susurros y acústicas de “Never is a long time” (suponemos que un guiño al “Tomorrow is a long time” de Dylan) o los fraseos de la mencionada “Sweetest Girl”; y aunque quizá se le pueda achacar a este disco que sus canciones son muy bonitas, pero sólo un par de ellas dejan huella real en el recuerdo, cada nuevo repaso se hace igualmente disfrutable.
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