Solo dos años después de que viese la luz ‘Giants Of All Sizes’ (Polydor, 19) –y sumando por el camino el valioso directo ‘Live At The Ritz’ (Polydor, 20)– llega ‘Flying Dream 1’ (Polydor, 21), referencia que hace el que ya es noveno álbum de estudio del grupo. La banda británica liderada por Guy Garvey regresa con un disco delicado en extremo y pretendidamente sensible, en una decisión manifiesta que abarca sin excepción todas las piezas del trabajo en cuestión y, por ende, también el aspecto global del mismo.
Una fragilidad extrema que encuentra acomodo en la interpretación vocal del propio Garvey, así como en la habitual elegancia y limpieza de formas del combo y en esa instrumentación siempre acogedora e incluso hogareña. Queda la sensación de que la intención del quinteto no era otra que materializar, a toda costa, uno de esos discos sanadores que tanta falta hacen en la actualidad, en base a canciones sin adulterar, de corte nostálgico e incuestionable belleza. Un trabajo meditado que necesita de idéntica paciencia para ser asimilado con sensatez, hasta deducir su objetivo prioritario y dejarse convencer por el mismo.
Porque una primera aproximación al elepé en cuestión bien podría sugerir un ritmo comatoso propiciado por la calma que desprende el producto, desviando la atención acerca del inexcusable activo del mismo. Es a través de sucesivas escuchas cuando el oyente descubre el auténtico motivo de ‘Flying Dream 1’ (Polydor, 21), que no es otro que emocionar en base a diez canciones sentidas e inmaculadas, tanto en su concepción como en su concreción final. Una obra que incluye un buen puñado de piezas exquisitas como “After The Eclipse”, “Is It A Bird”, la descomunal “Six Words”, “The Only Road”, “The Seldom Seen Kid” o la final “What Am I Without You”.
Si bien una primera impresión podría señalar hacia uno de los títulos más prescindibles de Elbow, éste termina imponiéndose como nueva muestra del buen gusto de los de Manchester. ‘Flying Dream 1’ (Polydor, 21) cumple objetivo después de apurar su encanto intrínseco y dejar un conjunto de canciones preciosas y con frecuencia conmovedoras. Y, de paso, la lección aprendida de que, con esa carrera poco menos que intachable que ya suma dos décadas de existencia, Elbow es uno de esos grupos de los que en ningún caso se debería dudar.
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