El caso de Elbow es, sin lugar a dudas, digno de elogio. Hasta la fecha, los de Manchester han completado una carrera sin borrones que abarca ya cerca de un cuarto de siglo y diez discos de estudio, con algunos trabajos más ineludibles que otros, pero manteniendo en todo momento un nivel notable que los señala como una de las formaciones británicas más fiables de todas aquellas surgidas en las islas con el cambio de siglo, desde que debutasen con “Asleep In The Back” (V2, 01). El grupo vuelve a refrendar su envidiable posición con “Audio Vertigo” (24), una obra que, de nuevo, resulta un compendio de aquellas cualidades que han hecho del quinteto un seguro cuando se trata de facturar música imponente, emocionante y elegante a partes iguales.
No en vano, el combo firma un disco especialmente esplendoroso, en el que sacan pecho insistentemente tras potenciar cualidades con seguridad y orgullo. Tanto, que incluso parecen insinuarse sabedores de lo innatas que son sus especificidades; las mismas que, puestas al servicio de las canciones, sólo puede confluir en un lote triunfante y tan sólido como presente referencia. Un álbum plural y carente de relleno que va desde los singles “Lovers' Leap”, “Good Blood Mexico City” y “Things I've Been Telling Myself for Years” al ramalazo de épica ochentera de “From The River” luciendo como cierre, pasando por los vientos imponentes de “Balu”, la querencia soul de “Her To The Earth”, “Knife Fight” o el pop con mayúsculas de “The Picture”.
Amparado con un sonido profundo e intachable que remarca la de por sí matizada interpretación del cantante Guy Garvey, Elbow firman con “Audio Vertigo” un álbum que, de manera inmediata, pasa a formar parte de la zona granada de su discografía. Un título menos tímido e introspectivo que la mayoría de entregas previas y, a cambio, sensiblemente más vertical y directo sin traicionar un ápice de su fina personalidad creativa. Un elepé creciente a cada nueva pasada que va afianzándose con sucesivas escuchas hasta situarse en la sección de favoritísimos, con Elbow repicando tan clásicos –dado su sonido innegociable– como contemporáneos –en base a fuerza intrínseca que transmiten las canciones por separado y también como conjunto–. Que no falten nunca.
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