Niño de Elche cierra con este "Cante a lo gitano" su trilogía flamenca
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Niño de Elche cierra con este "Cante a lo gitano" su trilogía flamenca

8 / 10
David Pérez — 15-10-2024
Empresa — Autoeditado / Sony
Género — Flamenco

Francisco Contreras Molina, Paco, Niño de Elche, cierra su trilogía flamenca no programada, la que se inició con suMemorial de Cante en mis Bodas de Plata con el Flamenco (21), siguió con Flamenco. Mausoleo de Celebración, Amor y Muerte (22) y culmina ahora con “Cante a lo gitano” (24), su decimoséptimo disco. Catorce nuevas piezas en las que traspasa y se deja traspasar por el repertorio de uno de los cantaores más importantes del cante jondo gitano, Manuel Torre, pionero cantaor expresionista y dionisiaco, desgarrado, oscuro y doliente, con la inspiración como única brújula y sin frenos.

Y sí, una vez más la “maldición del flamenco” como posesión creativa en El Niño de Elche, como punto de partida para una renovadora catarsis; y es que, aunque duela, reneguemos o no queramos, siempre se vuelve al primer amor o al que dejó más huella, como ese final de “El cielo sobre Berlín” de Wim Wenders, cuando va a comenzar a cantar Nick Cave en aquel club y escuchamos lo que está repitiéndose en off para sí mismo: “Una canción más y se acabó, pero no les hablaré de ella, no les hablaré de ella…”. Y justo cuando se acerca al micro dice: “Quiero hablaros de una chica…”, y canta “From her to eternity”. Pues así, desde fuera, situado en los márgenes de un proclamado ex flamenco, Francisco Contreras vuelve a ahondar en la eternidad y radicalidad del género, en su vertiente más expresiva, la que personificaba Manuel Torre, cantaor favorito del indisciplinar artista ilicitano y esencia mítica y mística que siempre ha latido a lo largo de los proyectos mil y extensa obra de Niño de Elche (sólo la ortodoxia flamenca más ciega de bilis no la apreciaría).

De las interpretaciones a voz natural, cercanas al cante hablado que a veces ejecutaba Torre y que Niño de Elche renueva en los intimistas y espirituales tientos de inicio, “Bedroom - Tientos”, a los susurros de ida y vuelta de “Guarijilla”; pasando por colaboraciones en las que difumina las fronteras de los géneros en palos flamencos que mutan sin perder sus rasgos definitorios, como la “Farruca Asturgalaica” con la gaita de Andrés Rodrigues, la “Ppppppppetenera” tecno con Ylia a los mandos electrónicos, o esa “Saeta de los golpes” con las percusiones de Eric Jiménez, parte clave del motor rítmico de Los Planetas y Lagartija Nick.

Además, dos de las voces más genuinas del cante, también flamencos mutantes como Niño de Elche, lo acompañan en dos mano a mano imprescindibles de este viaje, completando esa cosmogonía del cante gitano, en la que podemos encontrar voces más timbradas y melismáticas, como la de la genial Rocío Márquez, bordando junto a Paco los vibrantes “Fandangos Abandolaos” de la paloma y, por otro lado, la garganta áspera y densa, como el grueso tronco de un árbol sabio, de Perrate de Utrera (nieto de Manuel Torre), en una descarnada “Seguiriya de la casa” que corta la respiración.

Y si Manuel Torre fue un seguiriyero de leyenda, también dejó marca por soleares, y en este “Cante a lo gitano” no falta una desnuda “Soleares y soleá” a fuego lento, con Paco degustando y sintiendo cada tercio, desgarrándose el pecho en la parte final, o ese bellísimo lirismo desconsolado del mal de amores, rebosante de expresividad y matices en la recreada “Malagueña del canario apuñalado”. No faltan “Los Campanilleros de Manué”, donde el jerezano dejó su sello personal y creador, incorporándolo por derecho al repertorio flamenco definitivamente, o los cantes festivos de Cádiz y Jerez sobrados de compás y pellizco, como la también reposada alegría de “Cantiña de los Reinos” o esa “Bulería corta” en la que palpita el barrio de Santiago, para rematar el exorcismo y la juerga con el “Piló, piló” de “Fiesta gitana” y acelerar los “Tarantos gitanos” a ritmo de rumba, tema que se antoja jolgorio de altos quilates en directo. Y aunándolo todo, la guitarra maestra de Yeray Cortés, con esa manera de tocar gitana y austera para la ocasión, unificando estos “Cante(s) a lo gitano” en los que, el mismísimo Niño de Jerez y el de Elche, se encuentran, pierden y transforman a lo largo de los surcos.

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