La Constancia
DiscosEl Nido

La Constancia

7 / 10
Daniel Pose — 01-04-2025
Empresa — Altafonte
Género — Folk

En un panorama musical dominado por la inmediatez, la búsqueda de sonidos modernos y la necesidad de ofrecer productos de consumo rápido, la música de el nido irrumpe como un soplo de aire fresco. Lo hacen reafirmando su identidad como una de las propuestas más genuinas de la ola actual del folk español, demostrando que el de la tradición es un terreno fértil para la innovación musical. No en vano, los burgaleses continúan explorando el folclore castellano y combinándolo con una sensibilidad contemporánea que lo mantiene más vivo y brillante que nunca.

Esto se percibe desde el primer tema titulado “Perdón”, para el cual toman como base el “ajechao salmantino”. En el se aprecia ese respeto y admiración por la raíz, pero también la valentía para reinterpretarla sin pudor. Así comienza un viaje sonoro donde tienen su protagonismo instrumentos como la dulzaina o la panderetera, donde la voz de Nacho Prada agarra al oyente para que se sienta un pasajero más que se empapa de la cultura más tradicional, y donde Álvaro, Eneko, Peio y Rodri lo envuelven todo con gran calidez. En esa travesía el nido se permiten ciertas licencias creativas, como ocurre en “Agudillo”, donde una curiosa estructura guiada por la pandereta incorpora sutiles matices de una electrónica ambiental.

Uno de los aciertos que presenta “La Constancia” es el de las colaboraciones. Estas no son siempre acertadas, pues muchas veces se sienten tan obligadas que lo que debería sumar termina por ser algo que provoca destrozos. No sucede así aquí, donde la unión con Neomak en “Lo que siento” une la esencia más castellana con la energía y calidez del cuarteto guipuzcoano, o donde la aparición de Rozalén en “De corazón” o de Rodrigo Cuevas en “Tucucu” ayudan a encontrar más dulzura o desenfado, consiguiendo de esta manera transmitir la sensación de estar ante un disco que se siente como una fiesta de pueblo. También es clave destacar el trabajo de Diego Galaz y a Hevi en la producción, dos figuras con enfoques bien distintos. Mientras Galaz aporta un sonido más natural y, en cierta manera, purista, Hevi introduce una perspectiva más urbana gracias a la cual el grupo amplía sus horizontes. En ambos casos el nido se muestran tal y como son, con su esencia intacta y sin perder un ápice de su autenticidad.

Las letras son otro de sus grandes puntos a favor, a pesar de que quizás en algún momento se puedan sentir en cierta manera repetitivas. Aunque esto no importa, pues en ellas se observa gran sensibilidad hacia la historia y la tierra, pero también hacia las emociones humanas universales. Sin embargo, el mayor logro de "La Constancia" es demostrar que la música tradicional no es un arte estático ni un mero ejercicio de nostalgia. Y es que gracias a la visión de el nido vemos que lo folclórico no es un mero museo, sino más bien un organismo vivo capaz de evolucionar gracias a cada interpretación. Aquí no hay artificios ni efectismos, solo música que suena a verdad.

En definitiva, con este segundo disco el nido confirman esa madurez artística y ese potencial que ya insinuaban desde sus inicios. Diez canciones que suponen un testimonio real de que la música de raíz no es una reliquia del pasado, sino una fuerza vibrante y necesaria. “La Constancia” es un álbum que puede gustar tanto a los puristas del folk como a aquellos que buscan una conexión mucho más profunda. En esta época de inmediatez, este disco es un recordatorio de que algunas cosas necesitan tiempo, raíces, paciencia y mucho cariño para florecer.

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