Malena Fernández dispone sobre el tablero de juego todas las fichas necesarias para bocetar las líneas de fuerza propias de un buen debut: la familiaridad del drama, la validación a través del sexo, la metafísica más de estar por casa y una honestidad auto-analítica que evidencia la manera tan particular que tiene de contemplar y digerir el mundo que le rodea. No es de extrañar que de una lírica tan confesa y cruda emerja un título como “SOY CONSCIENTE” (24), compilando a golpe de folk y shoegaze diez declaraciones de principios que la artista firma con el corazón y bajo el cuño de su alter ego, el momento incómodo.
Su talento para contarnos la verdad y nada más que la verdad se convierte en el nexo de unión que dota de coherencia la diversidad estilística y sonora que la madrileña explicita en sus piezas. Saltando de género en género bajo los efectos del éxtasis de la emoción y la franqueza, el suyo es un lenguaje lánguido y sencillo que bascula entre el intimismo del pop de dormitorio y la ambición de un trabajo elaborado desde el cariño y la destreza, tal y como bien revela su sintonía con las respectivas manos de Turian Boy y Bearoid a los mandos técnicos.
Pero es la propia Malena quien en última instancia logra darle a la producción el distintivo toque de humanidad que cada una de sus pistas formula y transmite. Así, y con una rémora noventera en su sonido que nos acompañará inseparablemente por los distintos vaivenes liberadores de su relato, veremos a la artista deleitarnos con el sentimentalismo más quedo (“ESCENA 4. INTERIOR. NOCHE”), el jangle más bailable (“Del hambre y la pena”) o el dream pop más prístino (“Un problema nuevo”). Parcelas de circunstancia, con el tono privado de una amante y pocos pelos en la lengua (“recuerdo meterlo en el horno y las ganas de follar, recuerdo el dulzor en el aire mientras me desnudabas”) que la convierten en una de esas contadoras de historias natas que no quieres dejar de escuchar.
Los guiños al pop femenino independiente de nueva época son del todo latentes en su hacer, tanto en el contenido como en el continente. A la vista está que el momento incómodo se nutre del realismo sin edulcorar de voces como las de Soccer Mommy, el trío boygenius o la mismísima Mitski (a quien, además, tiene a bien dedicar unos versos en “ESTOY ENAMORADA DE TI”, uno de los aportes más maximalistas del elepé).
Pero más allá de esos paralelismos que se puedan establecer entre la joven debutante y algunas de sus coetáneas anglosajonas (propios del arranque profesional de cualquier artista neófito que está buscando su mejor versión), en ningún momento tendremos la sensación de creer que Malena se disfraza de quien no es o imposta las posibles semejanzas entre unas u otras propuestas. La cantautora barre para casa y consigue llevarse a su terreno el discurso de todas esas mujeres, a fin de terminar elaborando el suyo propio, tan directo como demoledor, que terminaremos haciendo nuestro desde la primera escucha. Monetizar la autocrítica y el overthinking acaban resultando ser propósitos colaterales de un proyecto con mucha estrella.
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