Súper Terror

DiscosÉl Mató A Un Policía Motorizado

Súper Terror


8 / 10
Fran González — 07-07-2023
Empresa — Primavera Labels
Género — Indie rock

Tal vez sea porque es el primer álbum original que la banda platense pergeña de forma conjunta tras la pandemia –a excepción de su trabajo para la banda sonora de “Okupas”, firmada en 2021–, o tal vez sea porque el inexorable paso del tiempo ha conducido a Santiago Barrionuevo y compañía a ahondar de forma excepcional en las consecuencias que el aciago encierro trajo consigo; pero lo que es innegable es que la comunión sentimental que Él Mató A Un Policía Motorizado han generado con el oyente de la mano de “Súper Terror” es del todo superlativa y un ejemplo magnífico de cómo poner un relato personal a nuestro entero servicio.

A pesar de jugar en lugares comunes de sencilla identificación, estas diez nuevas canciones logran salvarse exitosamente de caer en trilladas narrativas, en favor de dirigirse a nosotros con particular individualidad y retratar con deliciosa literalidad aquello que muchos sentimos. Sus palabras, ahora envenenadas con esa prima de incertidumbre y precariedad emocional que esta nueva coyuntura vital nos brinda, nos trasladarán a escenarios marcados por finales anticipados, nostalgias adversas, romances obsoletos y sentimientos anestesiados, todos ellos propios de una apatía afligida y generacional de difícil escapatoria.

Como si de una declaración de intenciones se tratara, “Súper Terror” se revela desde sus primeros versos como el comienzo de una nueva etapa y un incesante intento de redención por parte de sus responsables (“Después de tanto caminar y ver los días de oro pasar/Es tiempo de un segundo plan”, escuchamos en “Un segundo plan”). Una muestra manifiesta de cómo estos chicos hacen uso de su laureada experiencia en el campo del desánimo para lamerse las heridas y emerger más reforzados que nunca con un disco mayúsculo, repleto de himnos de impecable factura y apostillados por una producción de lujo firmada por el galardonado con un Grammy, Eduardo Bergallo.

A través de reflexivas acometidas de disculpa y reproche que nos harán sentir una proximidad del todo familiar con el discurso de Santiago y sus compañeros de banda, atestiguamos cómo los mismos van dibujando, con sucesiva fidelidad, un esbozo que captura sus deliberadas impresiones sobre la tóxica y desmedida ambición de nuestro presente (“Nunca vas a ser millonaria, millonaria/Entiendo que no vas a aceptar que todo lo que viene es peor”, cantan en “Medalla de Oro”), la irremediable volatilidad pasajera de todo aquello que nos rodea (“Todo esto se va a perder/Tantas cosas buenas, derrumbándose a la vez”, lamentan en “Tantas cosas buenas”), o su convincente deseo por firmar un nuevo epígrafe en sus vidas (“Renacer y despertar/Coronar al rey del lugar”, claman en “Coronado”). Y es que, aunque resuene con fuerza su apesadumbrado empeño por recordar el pasado con excesivo romanticismo a lo largo de varios de sus cortes (“Qué va a pasar cuando al final veas que no soy lo que esperás”, sopesan con inseguridad en una casi cinemática “Diamante roto”), los argentinos también hacen méritos para lograr que prevalezca la esperanza, sabiéndose ahora más conocedores que nunca de la no-linealidad del tiempo y de las posibilidades que ésta trae (“Voy a celebrar el final, voy a celebrar un poco más”, nos dicen en una colorida “Moderato”).

Sin bajar la guardia de ese tono, elevado y a la vez humano, que les sitúa de tú a tú con el interlocutor, los motorizados también proceden a entregarnos una nada desdeñable exhibición de todos los matices sonoros de los que se valen (una frescura renovada a golpe de electrónica minimalista y sintes ochenteros, que maridan a las mil maravillas con su indie-rock dosmilero, ahora expandido hacia matices y cadencias de inmediato flechazo), superando las inquietantes vicisitudes del ahora y demostrándonos de nuevo por qué son una de nuestras bandas más queridas del otro lado del charco.

 

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