El manifiesto desastre
DiscosNacho Vegas

El manifiesto desastre

7 / 10
Enrique Peñas — 26-11-2008
Empresa — Limbo Starr
Género — Canción
Fotografía — Archivo

La propia inercia de la carrera de Nacho Vegas ha hecho que de cada álbum se espere no un nuevo paso, sino dos, cumpliendo con el mismo afán de trascendencia que, de puertas para fuera, ha podido transmitir su música en determinados momentos. Pues bien: “El manifiesto desastre” se escapa en buena medida de esas consideraciones.

En la primera mitad es tremendamente ágil, como nunca hasta ahora, enganchando la melodía de piano de “Dry Martini S.A.” con el aire trotón de “Detener el tiempo” y los coros angelicales de “Junior suite”. Hay incluso cierta levedad, un hecho que hasta ahora parecía ajeno a la música del asturiano; mantiene sus temas recurrentes, pero estas canciones tienen los pies más en la tierra que en las alturas.

Las colaboraciones con Bunbury y Christina Rosenvinge habían situado a Nacho Vegas en distintos planos, a la vista también de un público que hasta entonces no era el suyo, demostrando una versatilidad más en el fondo que en las formas, de la que también queda algo en este trabajo. Con su compañera en “Verano fatal” protagoniza aquí un diálogo sobre el amor y sus teorías en “Lole y Bolán”, con un aire cabaretero que no acaba de funcionar. Igualmente fallida resulta más adelante la ranchera “En lugar del amor”, siguiendo los dictados de José Alfredo y con letra que adapta algunos versos de Pessoa; nada que ver con la firmeza de anteriores ejercicios de estilo (el mejor fue su aproximación a Bambino con “Bravo”). Es aquí cuando esa levedad de la que hablábamos antes se transforma en ligereza, aunque a renglón seguido cierra el disco con “Morir o matar”, lo mejor del lote; un tema en la línea de sus clásicos, aunque con una renovada profundidad gracias al órgano de Abraham Boba.

Del resto, cabe destacar el acercamiento al country de “Nuevas mañanas” y “Crujidos”, que vuelve sobre los pasos de su debut en solitario, “Actos inexplicables”. En conjunto puede acabar pareciendo incluso un álbum menor, aunque es precisamente en la falta de grandilocuencia donde reside su mayor virtud.

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