El fuego que llevo dentro
DiscosLela Soto

El fuego que llevo dentro

8 / 10
David Pérez Marín — 13-03-2025
Género — Flamenco

Seguimos de enhorabuena, continúa imparable la nueva hornada de jóvenes voces femeninas, valientes y libres, rebosantes de sentir, voz y compromiso propio, sobradamente preparadas y con ese pellizco que solo poseen las elegidas; insuflando esa luz revitalizadora y brisa fresca tan necesaria en este mundo gris que nos toca vivir, de guerras y ataduras pretéritas limitantes que aún se resisten a perder posicionamientos privilegiados. Un nuevo flamenco que crece más fuerte que nunca, desde el dominio de la raíz y la tradición, hasta la vanguardia, el juego y diálogo con otros géneros y artes, experimentando sin miedos ni cadenas y ramificándose más allá de las estrellas.

De indiscutibles faros como Rocío Márquez o Rocío Molina al baile, al antes y después (le pese a quién le pese) que abrió Rosalía con “Los Ángeles” (17) y “El mal querer” (18), pasando por Rosario La Tremendita y los últimos lanzamientos de artistas como Ángeles Toledano y María Terremoto, ambas con discos muy personales y ya referentes. Y de la saga de los Terremoto de Jerez, volvemos a esa cuna del flamenco, al barrio de Santiago, esta vez de la mano de Lela Soto y la casa de los Sordera, con su abuelo al frente, Manuel Soto Monje “El Sordera”, pasando antes por Paco La Luz, El Gloria, La Pompi o su tía abuela María “Bala”, hasta llegar a su padre Vicente Soto “Sordera” y sus tíos, El Bo y Sorderita. Sin olvidar la influencia por vía materna, su madre es la bailaora Luisa Heredia, hermana del irrepetible Ray Heredia. Y aunque la sangre no lo es todo, es imposible que, rodeada de tanto arte mayúsculo, el duende en llamas no te zapatee las entrañas. Y esa es la carta de presentación de Lela Soto, la candela jonda que le corre por las venas y se desborda en un debut deslumbrante, “El fuego que llevo dentro” (25).

Le seguíamos la pista desde hace años y, por suerte, la hemos podido disfrutar en directo en múltiples ocasiones, rodeada de su familia, en recitales en solitario y con ese rompedor proyecto del que forma parte y que, sin lugar a dudas, será uno de los lanzamientos del año, Frente Abierto. Es decir, ya sabíamos que Lela lleva el compás y el ritmo por castigo, como si fuera su propio respirar, además de poseer una musicalidad y desencadenada flamencura en su voz al alcance de pocos, pero este “El fuego que llevo dentro” ha superado toda expectativa. De la herencia familiar, del amor al flamenco y sus raíces, brotan estos nueve cantes, madurados y trabajados a conciencia, fundiendo tradición con su genuino sentir, por soleá, bulerías, tangos y seguiriyas.

Un debut en el que refresca y aviva el fuego de las formas musicales clásicas. De ese adelanto por tangos, con aura mística al comienzo y pasión “a la orilla de tu boca” saciando todos los anhelos, “De tanto rezarle al santo”, a esos “cien caballos desbocaos de sangre gitana y bravía” iniciales que nos pasan por encima en la homónima “El fuego que llevo dentro”, la pieza más rupturista del lote junto a las atmósferas espaciales tejidas por David Cordero (también miembro de la tripulación de Frente Abierto). Y valor extra consigue firmando la mayoría de las letras del álbum (otras populares, de su prima Manuela, su tía Sorderita, su padre Vicente, Diego Malena o su primo Manuel Soto), rezumando contemporaneidad y regusto jondo a partes iguales. Un proyecto tan cuidado y tan repleto de matices, colores y aromas en el que Lela se rodea de alguno de los mejores tocaores del momento, aportándoles a cada tema una impronta que funde a la perfección con la suya propia: Rycardo Moreno, Curro Carrasco, Josemi Carmona, Antonio Malena, Diego del Morao, Rubén Martínez y José del Tomate.

Imposible no emocionarse con esa naturalidad, sentimentalmente cristalina y a pecho descubierto, con la que Lela interpreta cada verso, cada tercio, ya sea bajo las volteretas del corazón por bulerías en “Fue tan bonita”, o en el fuego lento por soleá de “Inaccesible”, con la magia de Diego del Morao al toque, pasando por “No encuentro la calma”, una seguiriya que para el tiempo y corta la respiración, con Lela arañando por dentro a cada quejío; para terminar por cerrar el círculo al desnudo con “Bulería de mi casa”, dejándose el alma en cada estrofa, solo acompañada por palmas y jaleos. “Hay no te vayas de mi vera, que de solo pensarlo me muero de pena”. Un gramo más de arte y revienta el mundo. Lela homenajea a su herencia en este “El fuego que llevo dentro” y, como una mágica fuerza de la naturaleza, adelanta la primavera. Solo queda disfrutarla. “Te quiero, te quiero, como el clavel a la rosa, como el tomillo al romero”.

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