El debate sobre el apropiacionismo ha puesto el foco en la necesidad de escuchar las voces originales y de culturas minorizadas. Pero discos como “Ramas” hacen evidente que se puede respetar la tierra que otro pisa si se hace con mimo y trabajando directamente con fuentes sonoras implicadas en esa tierra. “Ramas” es una demostración exhaustiva de cómo la colaboración hace avanzar las músicas.
Robin Perkins, productor británico conocido como El Búho, lleva años recopilando beats para su maleta de Dj. Enamorado de los sonidos de raíz de todo el mundo, ha hecho de su tercera entrega un homenaje vastísimo (hora y media) a músicas ancestrales de medio planeta. Una pantonera sonora brutal perpetrada junto a diecinueve artistas de países tan variados como México, Taiwán o Islas Galápagos.
Electrónica orgánica, house tropical, latin beats o ambient acompañan a bases de cumbia psicodélica (“Pez dorado”, junto a Chancha Vía Circuito), remixes de música gallega como “A Minha Fraga”, una delicia con Baiuca, o future bass de categoría (“Nevar”, codo con codo con Didacte). Músicas –como pretende el productor– “para volar”.
Estamos más que acostumbrados al buceo por el folclore mezclado con músicas avanzadas que factorías como ZZK Records han brindado al mundo. Pero no tanto a que esa indagación venga ‘de fuera’. Este “Ramas” demuestra cómo, yendo a la esencia, la colaboración, la mirada no invasiva, se puede saltar fácilmente el perjurio de la apropiación. Y conseguir un fantástico paseo por el globo sonoro que, gracias a las plataformas de streaming, permite ampliar la cultura musical con un sólo click a cada artista implicado. Un árbol de ramas digitales, y que no acabará en lo sonoro: ya hay bailarines de medio mundo adaptando las piezas. “Ramas” es movimiento.
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