Viene y va

“Viene y va” es el segundo álbum de El Buen Hijo y, aunque ha llegado en octubre, han plasmado el regustillo a salitre y paseos de verano con precisión. Si no que se lo digan a esa tarde “En un lago”, patrocinada por la voz de Alicia – quien quizá os suene de Cariño – y un romanticismo lleno de nostalgia y muy bien escrito. Y es que, en este nuevo elepé, se nota que este hijo sigue siendo bueno, pero ya no tan niño. Letras construidas con tacto, mucha introspección e ideas que van más allá de golpes “rápidos y brutales”.

Sí, sigue habiendo restos de la picardía de “¡PAN PAN PAN!” (Sonido Muchacho, 21), pero encontramos un equilibrio entre juego y reflexión interesante. Pistas como “Con Seguridad” son un claro reflejo de que este quinteto ha crecido. Esta fórmula, con menos bpm’s de los que nos tenían acostumbrados, se repite en “Perfecto”. Banda sonora ideal para esa rana que se columpia pensando en su amor de verano.

Pero, repito, no todo es seriedad. También hay croquetas (“Me lapidaría”) y riffs con estribillos pegajosos que, queda el lector avisado, pueden resultar altamente adictivos. Pop de letras sin ataduras que son un pleno acierto. Me pasa con “Contigo o con nadie” o con un “No lo puedo soportar” que, no sé cómo, pero siempre termino canturreando durante horas.

Es cierto que este disco de los herederos del pop noventero (Los Fresones Rebeldes podrían haber sido sus primos hermanos) no ha sido una jugada de riesgo extremo, ni ha roto todos los moldes anteriores, pero sí que es una buena demostración de que pueden oscilar entre ritmos y sensaciones… Y de que a veces hay que volver al parque para jugar a ser adultos.