¿En qué momento se convirtieron Editors en una banda tirando a prescindible? Tras aquella irrupción en escena poco menos que arrolladora ¿Cómo ha llegado la formación liderada por Tom Smith a mutar en (casi) una caricatura de sí misma? Quizá haya sido algo progresivo o intermitente, pero lo cierto es que el asunto comenzó con los británicos publicando dos discos tan destacados como fueron ‘The Back Room’ (Kitchenware, 05) y ‘An End Has A Start’ (Kitchenware, 07). Un bagaje suficiente como para lucir como seguro de satisfacción, dentro de aquel revival post-punk de comienzos de siglo que incluía en la misma liga a nombres como los de Interpol, White Lies, The Bravery o The National.
La euforia fue menguando sensiblemente en posteriores entregas, con batacazos como ‘The Weight Of Your Love’ (Play It Again Sam, 13) y mientras el combo apuraba cada vez con menos disimulo sus preferencias por la electrónica y una amalgama de sintetizadores que se hacía con el protagonismo principal. Una evolución que terminó por modificar el propio perfil artístico del grupo y que, por mucho que se empeñen incidiendo en la fórmula, definitivamente no les favorece. Las mismas preferencias también ha potenciado progresivamente la grandilocuencia inherente a las propias canciones, hasta concretar el contenido del presente disco: nueve piezas artificiosas, machaconas y de escasa credibilidad. ‘EMB’ es otro error de cálculo de los de Birmingham, en este caso en colaboración con Benjamin John Power –aka Blanck Mass– (de Fuck Buttons), que se manifiesta en composiciones extensas que se alargan sin sentido hacia alguna dirección sin objetivo claro, a medio camino entre indie-pop, la pista de baile, revival ochentero, dance-punk y los sonidos industriales. Una amalgama caótica y poco definida, que cabe entenderse como la materialización de ese caos que lleva tiempo instaurado en el seno de la banda.
Editors harían bien en rearmar prioridades y apuntalar aquellos puntos fuertes aún recuperables (como la antaño incisiva y emocionante voz de Smith), con la intención de reencontrarse con una identidad que sacrificaron demasiado pronto, quizás cegados en la consecución de un éxito de estadio que, al menos a nivel global, tampoco han certificado. El poso dejado por sus dos primeros trabajos fue tal que la esperanza ante ese retorno que recupere a los Editors concisos de los inicios continúa latiendo, si bien es verdad que con menos convicción a cada disco (más o menos) decepcionante con la firma del sexteto. Y, a pesar de leves destellos, el presente ‘EMB’ pasa a formar parte de esa sección de reputación dudosa.
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