Tres años después de “Meteorites” (14), Echo & The Bunnymen regresan con un “nuevo” álbum. Las comillas no son gratuitas. “The Stars, The Ocean & The Moon” ofrece 13 versiones “transformadas” de las canciones más conocidas del grupo, con sólo dos temas realmente nuevos (“The Sonnambulist” y “How Far?”).
No nos engañemos: la banda de Liverpool alcanzó su cima creativa en los años 80. Concretamente entre 1980 y 1987, periodo en el que entregaron sus trabajos más redondos - “Crocodiles” (80), “Heaven Up Here” (81), “Ocean Rain” (84) - . Ellos lo saben, por eso la inmensa mayoría de canciones “recuperadas” pertenecen a esa época. De hecho, apenas incluyen dos temas de los años 90 (“Nothing Last Forever” y “Rust”) y ninguno de los que han publicado en el Siglo XX.
Auténticos referentes del post-punk y la new wave británica, su gran reto en los últimos tiempos ha sido precisamente intentar estar a la altura de su propio legado. Conseguir sonar como Echo & The Bunnymen y no como una banda copiándose a si misma. Un reto que desaparece por completo en este trabajo: literalmente Echo & The Bunnymen haciendo versiones de los grandes éxitos de Echo & The Bunnymen. Imposible descifrar que tiene Ian McCulloh en la cabeza para haberse embarcado en este proyecto a estas alturas de la película. El cantante y compositor asegura que no lo hace por “nadie”, sino que quería escuchar estas canciones de “forma distinta”. Lo cierto es que a nivel estrictamente musical las nuevas versiones no distan demasiado de las originales, más allá de algunos arreglos de cuerda y elementos orquestales.
La diferencia más significativa radica precisamente en la voz de McCulloh. Casi un sexagenario, su forma de cantar resulta lógicamente más madura y relajada que cuando era una veinteañero angustiado. En ese sentido, la mejor versión del lote - y la más diferente - es la que cierra el disco: “The Killing Moon”. Su canción más icónica se transforma aquí en una balada desnuda al piano en la que brillan sólo su fantástica letra y su espectacular melodía. Sólo por eso, todo fan de la banda debería escucharlo. Por lo demás, un curioso ejercicio de estilo con una producción impecable. Canciones como “Lips Like Sugar”, “Zimbo” o “The Cutter” nunca han sonado mejor y, aún así, nada tienen que hacer frente a la deliciosa imperfección de sus originales.
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