Entre la economía de guerra y cierta tendencia, los dúos se han asentado en el ecosistema del rock y sus conjuntos. Nombres punteros como The White Stripes, The Black Keys o Royal Blood han podido contribuir a ello con su insinuación de que incluso en un power trío podría sobrar uno. No sé si algo de esto tiene algo que ver en la composición del dúo vizcaíno Duobite, pero por si acaso lo dejo caer.
A caballo de las contiguas Górliz y Plentzia, funcionan el guitarrista Josu Aguinaga (Smile, Era Batera o Doctor Deseo) y el batería Andrés Letamendia (Lord Sickness, Los Clavos o Cancer Moon) con tal nombre de Duobite. "Buenos chicos" es su segundo álbum tras "Máquinas" (2019) y el Ep intermedio "Contramedidas" (2020), grabado en las propias casas de los dos músicos, que también han añadido por su cuenta bajos, colchones de teclados, percusiones, voces y todo lo relativo a producción, mezclas y diseño gráfico. Nosotros dos nos los guisamos, nosotros dos nos lo comemos.
Lo primero que llama la atención, con respecto a esos intentos anteriores, es que este remarca una progresión hacia canciones cada vez más guitarreras y desfogadas. Por ejemplo la inicial y titular "Buenos chicos", cuyo ritmo se sostiene en un bajo grueso mientras se cruzan esas guitarras salvajes o el torpedeo de los teclados, se convierte en toda una demostración de furia y fiesta nocturna. Antesala de un álbum concebido para el traqueteo y el desahogo, probablemente tanto físico como mental, como si sobreviniera a una época de reclusión obligada (habrá pasado algo de esto y acaso se nos habrá olvidado ya?, pregunto). A la tercera del lote, ya hablan de "sacar la bestia que llevo dentro". Pasado el ecuador gritan fuego y se animan a saltar los muros. Y ya casi al final reconocen que heridos o vencidos, todos queremos calor. Blanco y en botella.
El sustento musical de "Buenos chicos" es un rock enérgico y atemporal, que puede conectar con la generación de The Black Keys, pero también con la de Led Zeppelin, y sobre todo con ese deseo, o necesidad, de mover el rabo tras un periodo de encierro, repliegue, prohibición o similar. Un álbum que sin duda, dará buenos momentos para sus directos (acaban de abrir en Kafe Antzokia para los dos sold out de Doctor Deseo), donde Josu y Andrés se acompañan de bases programadas para lograr el efecto arrollador de muchas de estas canciones. Quizá canciones para después de una guerra menor.
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