Quizás lo más complicado de conseguir para un músico o artista en general sea, tras encontrar su propia identidad, mantener su esencia y al mismo tiempo avanzar y expandirse en cada nueva creación. Dungen son un ejemplo claro de esa “estabilidad creativa hacia delante”, y tras su notable “Skit i allt” de 2010, por fin nos han vuelto a regalar otro soplo de aire fresco con estas diez canciones que conforman “Allas Sak”.
Gustav Ejstes vuelve a dar un golpe en la mesa y nos recuerda que él fue uno de los regeneradores del rock psicodélico, y que esas olas en la que surfean grupos como Tame Impala, son sólo los ecos del tsunami que crearon Dungen en su cuarto disco “Ta Det Lugnt” (2004), y que ya venían fraguando desde finales de los noventa.
Con los tres minutos del primer sencillo “Akt Dit” y su grandilocuente solo de saxo, ya nos muestran las claves de este nuevo viaje, que sumergiéndose en el pasado, teje un manto de sonoridades futuras que se antojan a años luz.
“Allas Sak” se divide casi por igual entre canciones interpretadas en sueco (la voz de Gustav suena más melódica que nunca) y temas instrumentales. Y aunque Ejstes sigue siendo el alma indiscutible de la banda (voz, compositor de todas las canciones y de la mayor parte de la música), Dungen se han convertido gradualmente en un grupo más compacto gracias al esfuerzo compartido de todos sus miembros, Reine Fiske a la guitarra, el batería Johan Holmegård y el bajista Mattias Gustavsson.
Durante todo el álbum destacan los instrumentos de viento, y especialmente brilla la flauta de Ejstes, que en la instrumental “Franks Katus”, por momentos muy “jethro tulliana”, alcanza su mayor protagonismo y crea un paisaje sónico de mil matices.
En “En Dag På Sjön” la banda resurge como una fuerza de la naturaleza, batería y guitarra encienden la mecha y se entre mezclan en una medida y desenfrenada improvisación. Y de la melodía de piano de “Flickor Och Pojkar”, que recuerda en su inicio a esa caja de música que encontramos por arte de magia en un viejo desván, florece un mundo de cuerdas etéreo y onírico.
La obra termina con dos piezas que definen el espíritu de perfeccionamiento y actualización de la formación, la compleja e hipnótica “Ljus In I Min Panna”, sin estribillo especifico ni repeticiones, y la creciente “Sova”, que entre capas y capas de instrumentación y cánticos de unos “Beach Boys intergalácticos”, marca el fin y un nuevo principio. Pues
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