Y aunque raje sin parar de Warp, al sello británico vamos a tenerle que agradecer de nuevo que nos haya brindado la oportunidad de disfrutar las nuevas composiciones del amigo de Squarepusher y Chris Cunningham.
Vamos a tener que hacerlo porque “Drukqs” y sus treinta piezas son, desde el preciso instante de su edición, momentos necesarios –no indispensables- de su creador y, por extensión, de la electrónica menos acomodaticia. Aquí, James, no contento con editar sencillamente un nuevo disco, firma un auténtico compendio de todos los matices y variantes que ha sido capaz de incluir en sus pasadas obras, desde ambient a electro sucio, pasando por la electrónica maliciosa a cara perro (ya saben, a lo “Ventolin”), sin olvidar los momentos a lo “Windowlicker”, aunque lo que acaba quedándosele a uno en la cabeza son esos pianos preciosos que adornan el disco aquí y allá, consiguiendo que escuchar los dos compactos del tirón no se convierta en un suplicio.
Aunque algo me dice que no están ahí precisamente por eso, sino porque el malo de James también tiene su corazoncito.
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