No será la primera vez que reseño un trabajo de los bostonianos Dropkick Murphys y esperemos que no sea la última. Más que nada porque la próxima ocasión espero no tener que cuestionarme si canciones como "Walk Away" salpican de mediocridad el discurso de un grupo excelente en su terreno, pero torpe cuando se mete en camisas de once varas. Estas canciones, demasiado melódicas, devienen un lastre para entender "Blackout" como una nueva dosis de la energía etílica y irlandesa de Dropkick Murphys. Aunque si, en cambio, las aceptamos como una necesidad que los chicos más cerveceros de Hellcat tienen de evolucionar y aportar algo nuevo, aunque no sea demasiado, entonces perfecto.
De todos modos, por lo demás, siguen tan en forma como de costumbre, sacándole una cabeza a The Real Mckenzies y una y media a Flogging Molly, sumergiéndose en las raíces cuando les apetece, soltando un himno canalla y cervecero de esos que sólo pueden entender aquellos que, en algún momento de su vida, se han zumbado una cerveza de litro en unos minutos. Eso sí, el día que les escuche cantando en castellano igual me da algo.
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