En una de sus poesías, Bertolt Brecht responde a la interrogante sobre si se seguirá cantando en los tiempos sombríos que por supuesto que se cantará, sobre esos tiempos sombríos. Y esa parece ser la máxima que con cada vez más ímpetu está aplicando la banda Drive-By Truckers, exhibiendo un empeño por señalar con coraje y determinación la situación política actual. Una actitud que para nada puede ser entendida como un brote repentino surgido por la llegada de Trump al poder, ya que hemos visto cómo a lo largo de su discografía han colado esa mirada social en sus excelentes retratos del individuo medio, pero sí que es evidente que han avivado dicha postura hasta el punto de considerar un lujo imperdonable no adoptarla de manera airada. En ese sentido, “The Unraveling” funciona como punta de lanza contra esa administración conservadora actual pero sobre todo en su mayor ambición a la hora de reflexionar sobre los cimientos y creencias aprehendidas por la propia sociedad.
No es ninguna novedad, ni puede asombrar a nadie, señalar a esta formación de Athens como uno de los pilares del rock americano realizado en estas últimas décadas. Y lo son pese a su ya de sobra conocido periplo, que si rápidamente les asentó en esa posición privilegiada por medio de unos mimbres exuberantes, el abandono de algunos de sus miembros esenciales en la columna vertebral creativa, sobre todo personalizado en un Jason Isbell que en solitario ha demostrado su descomunal valía, hizo tambalear algo su inmaculada trayectoria. Turbulencias a las que por otro lado, sea de una forma u otra, ha estado sometida cualquier banda, por muy alto que la historia la haya encumbrado, una situación además en este caso revertida por la publicación, hace ya más de tres años, de un “American Band” con el que recuperaron sus galones.
Es probable que el hecho de que este “The Unraveling” cuente con un predecesor tan alabado, pueda suponer un inesperado escollo en la rápida y elogiosa asimilación de unas nuevas composiciones que cultivan menos la inmediatez y en su configuración abandonan el formato más puramente orgánico para recurrir a diferentes texturas instrumentales y a un mayor detenimiento en la producción, labor en la que hay que destacar la dupla formada por el habitual David Barbe y Matt Ross-Spang. Una receta que tiene precisamente en ese envite su cualidad más valiosa, presentando ese tradicional sonido sureño del grupo entre un entorno más actualizado y contemporáneo, como si esos textos que pueblan el álbum, y que se suceden a modo de boletín de noticias, necesitaran tener también una banda sonora adscrita al momento actual.
Hay en la palpable variedad afrontada por el trabajo un reto –y su consiguiente holgada superación– realmente encomiable: recurrir a una pluralidad de caminos y encontrar la salida idónea en todos ellos para resultar finalmente emocionantes, convirtiendo esa apriorística posibilidad de desorden en su gran baza triunfadora. Por eso, la apertura con “Rosemary With A Bible And A Gun” se significa paradigmática, conteniendo un ritmo repetitivo impuesto desde un piano con aroma a boogie que marca la pauta de esa ya arquetípica melancolía narrativa con la que está cargada la garganta de Patterson Hood –máximo representante en las labores compositivas junto a Mike Cooley– a la que se irán sumando paulatinamente todo tipo de instrumentaciones, desde cuerdas a una caja de ritmos. Sobrecogedor inicio en el que se nos muestra con nitidez la intención de dibujar con múltiples colores un retrato que en realidad refleja la esencia de Drive-By Truckers, una en la que no podían faltar inmersiones en esa vertiente más reposada por medio del folk rasgado –igualmente bien ornamentado– de “Thoughts And Prayers” o el sublime tono evocador, ligado a su admirado Neil Young, de “21st Century USA”, descorazonador repaso al “estado de la Nación”.
Incluso los momentos más directos y enérgicos recogidos en el disco están tratados de manera que ofrezcan matices diferenciadores El disparo rockero que es “Armageddon’s Back In Town”, alimentado de esa envalentonada épica tan springsteeniana, dejará paso a piezas como “Slow Ride Argument”, que sin bajar de energía acentúa el tono áspero, acercándoles a Counting Crows; “Heroin Again”, que vuelve a izar la bandera del sonido clásico observando desde su particular cristal a Grand Funk Railroad, o la elegante majestuosidad que se otorga “Grievance Merchants” para erigirse sobre una extraordinaria rotundidad. Pero no solo van a dedicarse a retorcer su faceta más incisiva, ya que “Babies In Cages” es un medio tiempo en el que palpita un blues tradicional que redirecciona el lamento de los esclavos negros hasta el de esos niños afinados y retenidos en la frontera y “Awaiting Resurrection” es un sorprendente tema final que aplica una deconstrucción del espíritu clásico para desarrollarse denso, repleto de silencios, susurrante y cobijando un breve hálito de esperanza.
Drive-By Truckers tenían la difícil misión de dar continuidad a un álbum como “American Band” que había supuesto su cima creativa reciente, y no solo han asumido tal reto si no que lo han afrontado con el arrojo de cambiar el paso, sin repetir fórmulas, dando vida a un disco que supura rabia y desesperación filtrada a través de una versátil y tensionada gama sonora. Una cabriola de impactante desenlace solo al alcance de una formación como es la de Georgia, uno de los grandes referentes del rock en la actualidad, y lo son tanto por el talento y la intensidad emocional que maneja su música como por el retrato que a cada paso van construyendo de manera más compleja y completa de esa realidad atrapada por el peso que ejercen las barras y estrellas.
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