A los más veteranos Tachenko, Mucho, León Benavente o Sidonie que en cierta medida conforman el grueso del pelotón de la escena pop-rock estatal, cabe ahora añadir un nuevo nombre compuesto por veteranos de esa misma escena, pero tejido alrededor del sempiterno hombre en la sombra. Un Gonçal Planas que ha trabajado con buena parte de ellos como tour manager, técnico o “solucionamarrones” varios, y que ha dado ahora un paso al frente con la intención de saborear las mieles de los focos.
El resultado es un disco variado y sólido en el que Gonçal ha dado lo mejor de sí mismo, dejando constancia de un bagage que en ocasiones puede recordarte a los Lagartija Nick de “Su” (“Millones de palabras” o “Yo, bitch”), pero también a Sidonie (“Algo inesperado”) o incluso a una de las revelaciones de la pasada temporada, León Benavente (“Sin mirar atrás/Puerto Banus”).
No sabemos si MI Capitan aspira también a ser la revelación de este año, pero canciones como la melosa y basculante “Es suave la voz”. tiene los puntos de enganche precisos para que su nombre suene a la hora de participar en alguno de nuestros festivales. Máxime cuando los gregarios esta vez son de auténtico lujo.
Lo único que cabe achacarle a este trabajo, es precisamente ese punto de reconocimiento melódico de unas canciones que no son un alarde de originaidad, y que acaban regidas en exceso por unos patrones mil veces establecidos. Eso acaba por lastrar en cierta medida la potencia de un disco que se deja querer, aunque no levante pasiones.
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