Les hablan de post-rock, pero ellos se sonrojan. Y con razón, ya que mientras el primero se olvida a menudo de la melodía y divaga sin compasión por senderos de largo recorrido, el pop normalmente sonríe a la virtud de la concreción. Este grupo de San Diego la consigue con la fórmula del ayer –“Spine And Sensory” (Makoto, 98)-, es decir, la ausencia de vocales y la vía instrumentalista/visual por un lado, y la experiencia acumulada de tres años como banda por el otro.
Unos instrumentales que ya por el minutaje -cinco minutos cortos lo máximo- y por la delimitación de herramientas (superposición de guitarras y teclados) rehuyen de los tópicos del post-rock. Unos temas basados en el peso de acordes de guitarra desarrollados como si de piezas de mecano se tratara, formando estructuras de canción que dan carta abierta a lo que uno pueda imaginar y que -a diferencia de lo que el nombre de la banda nos pueda indicar- raramente nos hacen sentir tristes. A lo más, un poco aislados gracias a esos punteos pulidos, a esa producción brillante y a esas “rupturas, ángulos y puentes” (ver entrevista en MS 71) que de lo bien sujetos que están poco tienen que ver con la improvisación. Ciertamente, unos alquimistas del instrumental evocador.
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