Hubo un tiempo, hace casi una década, que Dr. Dog parecían destinados a coger el testigo de unos Wilco que empezaban a mostrar signos de cierto agotamiento compositivo. Era la época en la que los de Philadelphia encadenaban obras tan sólidas como el vodevilesco “Fate” (2008) con el completo “Shame Shame” (2010) o el más psicodélico “Be The Void” (2012) siempre con The Beatles en la mirilla melódica. Más tarde, y pese a seguir editando grandes discos como “B-Room” (2013), el globo del interés mediático se fue desinflando, acusados ¡vaya descubrimiento! de abrazar un revivalismo que los hacía antiguos a ojos de una modernidad que estaba en otros derroteros igual de psicodélicos, pero mucho más marcados por las maquinitas, siendo “Currents” (2015) de Tame Impala el sanctasanctórum del género. Sin embargo, Dr. Dog siguieron a lo suyo ajenos a lo que sucedía ahí afuera, editando discos que no pasaban de correctos, con los que tan solo llegaban a los viejos aficionados de siempre, sin atreverse a hacer carambolas con su estilo, al igual que Ha Ha Tonka en el excelente aunque desapercibido y menospreciado “Heart-Shaped Mountain” (2017).
Llegados a este punto. Dr. Dog han dado también ese paso en falso tras la senda marcada por artistas como Jonathan Wilson en la búsqueda de un sonido más adulto, con unas atmósferas repletas de elegante psicodelia que busca ser moderna sin serlo para nada. El resultado se les ha quedado, como casi siempre, a medias y ese es un problema para una banda de tan largo recorrido. Empiezan dando esperanzas de que, pese al envoltorio, esas melodías marca de la casa estarán aguantando el tipo, pero pronto les engulle las ganas de sonar más trascendentes que estridentes y eso acaba por almibarar en exceso el disco. Si pasas por alto muermos melódicos como “Critical Equation” o comatosos como “Night”, verás que el ábum debería haber destacado por temas como un “Go Out Fighting”, que los pondría en la misma liga que My Morning Jacket, o un “Under The Wheels” más cerca de los Wilco de Nels Cline. No ha sido así y los volverá a engullir la pesada losa del olvido. Esa lápida destinada a bandas que están bien, pero no tienen la suficiente mordida para trascender.
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