Surgidos con el nuevo siglo y disueltos en 2010, Doves volvieron a la vida en 2020 con esa excelente noticia que fue “The Universal Want” (Heavenly, 20), un disco que pasó directamente a competir con “Lost Souls” (Heavenly, 00) y “The Last Broadcast” (Heavenly, 02) por el título al mejor trabajo del trío compuesto por Jimi Goodwin, Jez Williams y Jake Evans. Casi cinco años han tardado los de Manchester en presentar la continuación de aquel título, en una espera ahora satisfecha con la publicación de “Constellations For The Lonely”, el que hace sexto álbum de estudio en el casillero de los británicos.
Una obra que no alberga sorpresas determinantes con respecto al habitual libro de estilo del grupo, amparado por diez canciones de indie-pop tan sólido como elegante, impregnado en ese ADN con querencia épica y emocionante que, en su caso, luce siempre con naturalidad. El mismo que ha situado a Doves en la misma liga que Elbow, I Am Kloot, Arab Strap, James o incluso los Manic Street Preachers más maduros. Una referencia en la que la voz poderosa de Goodwin reclama mayor protagonismo en piezas como “Renegade”, la noventera “Cold Dreaming” (¿recuerdan a Mansun?), la misteriosa “Strange Weather”, “Saint Teresa” o la musculosa “A Drop In The Ocean”.
Los mancunianos entregan otra colección de canciones de buen aspecto, finas maneras y con un barroquismo sonoro en forma de detalles y adornos colocados siempre con mesura y buen gusto, en lo que es otra marca de la casa. En cualquier caso, el presente (y ambicioso) “Constellations For The Lonely” se sitúa un peldaño por debajo del mencionado “The Universal Want”, manteniendo un nivel más que aceptable, pero sin alcanzar la euforia desatada por su predecesor. No es poco para una formación que, fuera como fuese, sigue resultando de lo más fiable cuando se trata de completar las premisas que se le presuponen.
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