Scarlet
DiscosDoja Cat

Scarlet

8 / 10
Abel Olivares — 27-09-2023
Empresa — Kemosabe / Universal
Género — Rap

Cualquier artista estaría de acuerdo conmigo si dijera que dar rienda suelta a personalidades alternativas es ya una estrategia base en la mente de todo creador. “Scarlet” (23) evidencia esa necesidad por despersonalizarse ante el devenir liberador de un alter ego; acontece la floración de una rosa escarlata en medio de malas hierbas marchitas. Doja Cat asiste así a su primera reinvención dispuesta a enfrentar críticas, prejuicios y falsas alegaciones, al mismo tiempo que se adueña de sí misma tras encontrar aquello que tanto andaba buscando: su propio sonido.

“Attention” encabezó la seductora trilogía completada por “Paint the Town Red” y “Demons”, poniendo el foco de atención en la declaración de intenciones que erige este elepé. Imitando a Eminem en “The Slim Shady” (99), Doja nos presenta un desarrollo de personaje con el que su otra yo la desvincula de obras anteriores -”Planet Her” (21), “Hot Pink” (19)- dejando claro quien es y por qué aspirar al título de eminencia pop nunca fue el objetivo. Ha hecho falta la creación de una nueva paleta sonora, al volante del hip hop más noventero, para que la gente se tomara en serio la versatilidad que la ha ido identificando a lo largo de toda su carrera. Si “Wet Vagina” y “Fuck the Girls (FTG)” se unen a los adelantos previos en el bloque inaugural, consolidando la irreverencia lírica acompasada por producciones contundentes, “Agora Hills” introduce una alteración melódica, sensual e íntima, materializada en la ensoñación romántica de “Can’t Wait” u “Often”.

A pesar de todo, sería un disco excelente si no fuera por la presencia de patrones repetitivos hacia el ecuador del tracklist. “97”, “Gun”, “Go off” o “Shutcho” reproducen fórmulas ya usadas en su predecesor, siendo esta última un llamamiento a no hacer caso de las habladurías externas. Es interesante como luego esto se relaciona con las palabras de gratitud ofrecidas a sus fans en “Love Life”, responsabilizándose de esa polémica suscitada debido al notable cambio en su actitud. A continuación, “Skull and Bones” y “Balut” vuelven a tejer la arrolladora potencia inicial antes de dar paso a “WYM Freestyle” en el desenlace, tratándose de una de las mejores decisiones que jamás haya tomado la estadounidense: además de crear expectativa, demuestra que la “pink chewing gum popstar girl” puede ser algo más que eso sin ayuda de sidekicks, dándole la respetabilidad artística que se merece.

Nadar a contracorriente es esencial para concebir genuinos álbumes conceptuales que, como este, aportan frescura a la industria musical que los rechaza, habiendo convertido el proceso creativo en una cadena de producción fabril. “Scarlet” despertará variedad de opiniones y eso, a la larga, será muy goloso de medir en términos de impacto o longevidad. Muy pronto sabremos si un proyecto arraigado en la verborrea sexualmente explícita del rap femenino, cargado de referencias culturales a la orden del día, habrá podido hacer temblar los cimientos del panorama rancio que lo recibió.

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