Lo cierto es que, sin lucir precisamente como alarde de originalidad, DMA’s no empezaron nada mal su andadura, haciendo apología evidente de ese indie-pop noventero con pie y medio sito en los caminos inescrutables del Britpop. Los australianos hicieron apología descarada (y casi fanática) de grupos como Oasis, Gene, The Charlatans, Cast, Happy Mondays o Embrace en discos poco vanguardistas pero con buena pinta como fueron “Hills End” (Infectious, 16) o “For Now” (Infectious, 18). Con el paso del tiempo, la formación fue ganando en popularidad y también viniéndose arriba, apostando por una ambición que ahora, mal entendida, desborda cada línea del presente trabajo.
“How Many Dreams?” es un disco de excesos, tanto en producción como en ínfulas y unas miras que apuntan a un público más amplio tras rebajar agresividad a cambio de formas y maneras más suaves, accesibles y, por momentos, incluso melosas. Todo, al amparo de una mayor presencia de sintetizadores y electrónica como novedad de la ecuación. Una apuesta arriesgada que definitivamente no cristaliza, apuntalando un disco del todo prescindible y, en ocasiones, incluso empalagoso y de difícil digestión. Y eso que el asunto no comienza mal, con dos de las mejores piezas del lote llamando la atención: “How Many Dreams” y, sobre todo, una “Olympia” con ecos a Morrissey y pegadizo punteo de guitarra con peso propio.
Es después cuando se suceden, imparables y regodeadas en su propia inercia, medianías del tipo de “Everybody's Saying Thursday's The Weekend”, “Fading Like A Picture”, “Year Vacancy”, la (casi salvable) épica romántica de “Get Ravey” o unas “Dear Future” y “Forever” que remiten a las peores versiones de Glasvegas y Richard Ashcroft respectivamente. Es al final, en el tema seleccionado para ejercer como epílogo, cuando el trío se desata definitivamente y presume de su nuevo traje sin tapujos, con la verticalidad rave “De Carle” repartiendo cera tras aquel exceso de melosidad y azúcar previo tan difícil de digerir. Tanto que aligera, aunque sea en parte, el mal sabor de boca global que deja el producto.
El trío compuesto por Tommy O'Dell, Matt Mason y Johnny Took no conforman una banda capaz de cambiar vida de nadie ni tampoco serán recordados como un grupo extraordinario, pero a cambio antaño sabían a ciencia cierta cuál era su posición creativa y le sacaban un provecho que conseguía que ninguno de los seguidores de los grupos mencionados fuese capaz de hacerles ascos. Ahora DMA’S resuenan como la enésima banda que se cree capaz de llenar un estadio previo sacrificio de sus mejores virtudes, en un error de cálculo que deriva en disco mayoritariamente aburrido y pelín bochornoso, firmado por una banda que parece confundida y, desde luego, luce muy poco creíble.
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